POR OCTAVIO QUINTERO
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En tierra derecha, decían los antiguos y celebrados locutores hípicos cuando los pura sangre desembocaban en los últimos 200 metros, en los que había que echar todo por la carrera.
El presidente Santos ha entrado en tierra derecha. Se inició el 7 de agosto de 2013 su cuarto y último año de gobierno con una tendencia desfavorable y creciente sobre su reelección: dos de cada tres colombianos no van más a las urnas por él.
Aunque las encuestas son como los bailes, buenas o malas según como le vaya a cada quien, de todas formas sus tendencias arrastran. Si el Presidente no hace algo extraordinario por cambiar la tendencia, podría esperarse más animadversión a su reelección, y hasta alguna sorpresa en los próximos meses.
En este eventual albur, tres escenarios, al día de hoy, se ven posibles: 1) Que el presidente Santos pueda ser derrotado por un candidato presidencial del uribismo en donde “Pachito” dejaría de ser “un chiste” para convertirse en una calamidad; 2) que el Presidente desista de su reelección y le dé paso a su delfín que sería, es lo más fijo, Germán Vargas Lleras y, 3) Que el presidente Santos logre aceitar en este último año una maquinaria electoral de dimensiones aplastantes en donde la mermelada se derrame por todos los costados de la burocracia nacional, departamental y municipal.
En este último escenario, ya tenemos dos hechos cumplidos, y uno en ciernes: a) Ya les dio prima salarial a los alcaldes; b) Ya les creó el “Día del Alcalde” que comprenderá, seguramente, otra prima y una oportunidad más de distraer la galería con más pan y circo y, c) Por ahí se anda también proponiendo un régimen de inmunidad tipo parlamentario a los alcaldes, con lo cual, podrían sustraerse de la mano de la justicia cuando tengan que ir a los estrados judiciales en respuesta a su corrupta gestión.
El proceso de paz, con el que arrancó su mal disimulada carrera por la reelección, cada vez se pone más en su contra porque, si se pacta como quiere las Farc, la gente no lo reelegiría; y si se hace como lo quiere la gente, la Farc no le jalaría.
¡En tierra derecha: hagan sus apuestas!