JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO
Imagen: poesíademujeres.com
La renuncia del Director del DANE, aceptada con inocultable disgusto por el Presidente, abre la oportunidad de discutir sobre un tema institucional de la mayor importancia: el papel que debería desempeñar en un Estado democrático el organismo encargado de la estadística oficial.
Hoy por hoy ese organismo es un Departamento Administrativo, y por tanto, según el mandato constitucional, su director –que tiene rango ministerial- integra el gobierno nacional en la materia, al lado del Presidente de la República, por lo cual es natural que siga sus instrucciones y se encuentre a su servicio. Eso explica que, en vez de ser un organismo técnico y creíble, se haya convertido en el órgano prestidigitador que cuida la imagen del Gobierno y suele presentar al público, aunque no sean reales, cifras halagadoras en materia de precios, pobreza, economía o empleo.
No debería ser así. Se trata de una función esencial, no solamente para suministrar información a los ciudadanos acerca de la gestión pública y sobre el estado de cosas en el país, sino para orientar el manejo futuro de la economía y las políticas estatales en los distintos frentes. Eso implica que la naturaleza del organismo en referencia tendría que ser eminentemente técnica –de brújula-, y su función ejercida con carácter independiente, objetivo, imparcial, riguroso, transparente y libre de toda manipulación política. Es decir, no debería ofrecer la estadística oficial a gusto de la Rama Ejecutiva, y no debería tener a cargo una misión -a veces imposible- de propaganda, sino constituirse en respetable entidad que entregara información confiable.
El Departamento de Estadística, en relación con los gobernantes, no debería parecerse al espejo que utilizaba la reina en el cuento de Blanca Nieves, que acostumbraba estimular su vanidad, diciéndole que era la más bonita, sino asemejarse al espejo más sincero que tuvo después el valor de manifestar a la reina que ya ella no era el paradigma de la belleza, porque lo era Blanca Nieves.
Ahora bien, no es esta la primera crisis que se presenta en el DANE por causa de discrepancias entre lo que considera su director como responsabilidad técnica y lo que estima el presidente de turno como instrumento de acción política. A lo cual debemos agregar que en esta ocasión tiene mucha razón el funcionario renunciante cuando recuerda al Jefe del Estado que la función del DANE es la estadística y no el suministro de veinte mil puestos transitorios para beneficio político.