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A mediados de septiembre, la juez rusa Marina Syorova condenó a Yekaterina Samutsevich, Nadezhda Tolokonnikova y Maria Alyokhina -integrantes del grupo punk "Pussy Riot"- a dos años de prisión por haber cantado una oración contra el presidente Vladimir Putin en la catedral ortodoxa de Cristo Redentor de Moscú. Se las sindicó del delito de "gamberrismo" motivado por odio religioso.
Las jóvenes, quienes estaban preventivamente encarceladas desde marzo tras la presentación musical del 21 de febrero, fueron confinadas en centros penitenciarios lejanos de Moscú, pese a las protestas de numerosos estudiantes y organizaciones de Derechos Humanos, entre ellas la liderada por el ajedrecista ruso Gary Kasparov, que han alegado como violada la libertad de expresión.
Putin, por su parte, aludiendo a la independencia de los jueces, manifestó: "La Corte les metió dos añitos. Yo nada tengo que ver. En realidad, está bien porque no se puede permitir que se socaven nuestros fundamentos morales y valores. Consiguieron lo que querían".
Este 1 de noviembre el primer ministro Dimitri Medvediev opinó: "Esas muchachas no son de mi agrado y lo que hicieron me provoca una sensación tan negativa que no quiero ni hablar de eso, pero no las metería a la cárcel si fuera juez". No obstante, agregó que no es asunto suyo sino de los jueces y de sus abogados".
El 21 de febrero cinco integrantes de las Pussy Riot -encapuchadas- ingresaron abruptamente en zona restringida del altar , se desprendieron de varias de sus vestiduras y comenzaron a tocar la guitarra eléctrica, a cantar y a bailar en paños menores. En su oración cantada las muchachas pedían a la Virgen Madre de Dios sacar a Vladimir Putin del poder. Acusaban al patriarca de la Catedral, Kiril, de creer en Putin y no, como era su deber, en Dios.
Tres de las integrantes del grupo -ahora condenadas- fueron detenidas días más tarde. Las otras dos escaparon.