El suceso reciente de un joven suicida nos mueve a la reflexión. De acuerdo con la constitución colombiana, esta es una sociedad pluralista, lo cual significa que sus miembros se aceptan y respetan mutuamente, con independencia de sus diversas condiciones y características. Se trata de un principio superior indispensable para la convivencia. En el fondo del concepto está el reconocimiento de la dignidad humana por encima de las diferencias. El pluralismo exige la tolerancia, es decir, la capacidad de cada uno de admitir que en el seno de la comunidad puedan vivir su vida con libertad personas distintas en cuanto a origen, raza, nacionalidad, convicciones religiosas, inclinación política, condición sexual, estrato social, nivel de ingresos, o cualquier otra condición accidental. Lo importante es, en últimas, la respetabilidad del ser humano en su esencia.
Cuando se discrimina o se persigue a una persona por causa de una de esas características propias, se ofende el derecho a la igualdad y se irrespeta la dignidad humana.
La paz comienza por la tolerancia y por el reconocimiento y aceptación del otro, dentro de un concepto pluralista.
Por el contrario, la intolerancia, la discriminación, el matoneo, el apartheid, el racismo, el fundamentalismo religioso… son formas de violencia.