¿POR EL CAMINO DE LA PAZ, O DE LA REELECCIÓN?

13 Sep 2012
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POR OCTAVIO QUINTERO

Un hecho evidente es que la mayoría de colombianos (el 80 por ciento en promedio según distintas encuestas) apoya el proceso de paz abierto por el presidente Santos.
 
Evidente ha resultado también que el Presidente es, por su condición flemática y su estilo pragmático, una persona muy indicada para dirigir el proceso en su fase inicial. Y también resulta acertado el análisis con respecto a la guerrilla: que está desgastada militar y políticamente y que es ahora o nunca que puede aprovechar la oportunidad que se le presenta de volver a la mesa en busca de una salida decorosa.
 
Hemos entrado ahora a definir los detalles, empezando por el temario de la agenda y siguiendo con las personas y en representación de quién, deben estar en la mesa de negociaciones.
 
Todos quisiéramos que en el temario cupiera todo aquello que conlleva inicialmente inconformidad, y prospera luego hasta el conflicto armado: la falta de justicia social, podría señalarse como esencial.
 
¿Qué es justicia social?: dar tratamiento desigual a desiguales, no cabe duda, aunque el premio Nobel, Friedrich Hayek, se siga preguntando irónicamente en “Camino a la Servidumbre” qué es eso. Para quienes todavía no sepan qué es, léanse la encíclica, Rerum Novarum , expedida en 1891 por el Papa León XIII (también conocida como Doctrina Social de la Iglesia).
 
Pero, no obstante que ya el concepto de justicia social es universalmente admitido, al punto que la ONU lo consagra como Día Mundial (todos los 20 de febrero), en la práctica, y sobre todo en Colombia, sigue siendo “Rey de burlas” si se examina por sus enunciados más anhelados: igualdad social y de oportunidades, el Estado de bienestar (no confundir con asistencialismo), la cuestión de la pobreza, la distribución de la riqueza, los derechos laborales y sindicales…
 
Y resulta pertinente aclarar al común de la gente en términos, digamos agropecuarios, que la paz es un fruto de tardío rendimiento que proviene, no de la firma de un “Tratado de Paz”, sino del proceso de paz que se pacte en el respectivo Tratado.
 
Esto también fue brillantemente definido por Keynes en relación con el Tratado de Versalles (1919) que puso fin a la Primera Guerra Mundial cuando pronosticó el advenimiento de una nueva guerra en razón al trato injusto que los aliados habían dado a Alemania, desconociendo, por demás, esa advertencia que cien años atrás ya tenía en su “Paz perpetua”, Kant: “No debe considerarse válido un tratado de paz al que se haya arribado con reservas mentales sobre algunos objetivos capaces de causar una nueva guerra en el futuro”…
 
Esto debe servirnos para evaluar hasta dónde queremos la paz. Si no hay sinceridad, digamos que lo máximo que podríamos lograr de momento es un alto en las hostilidades que políticamente podría servir para reelegir a Santos pero no para terminar la guerra.
 
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Fin de folio: Ya las Farc nos indujeron a elegir un Presidente que se abrazó en plena campaña con Tiro Fijo. Quizás ahora nos podrían inducir a reelegir a otro que encuentra en Timochenko a su “nuevo mejor amigo”.
Modificado por última vez en Sábado, 28 Junio 2014 20:16
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