Literatura y Derecho: La Sociedad Destacado

LA SOCIEDAD[1]
 
En la sociedad humana
Hace el hombre buen papel;
Ó la evita por liviana,
Ó la sociedad villana
Acaba pronto con él.
 
Esta sociedad impura
Que la perversión fomenta,
Cobardemente murmura
De la inerme criatura
Que se resbala y se revienta;
 
Y aplaude la felonía
Que el resultado corona;
Y toda superchería
Merece su simpatía
Cuando el éxito la abona.
 
Pero se guarda el desprecio,
Y la burla, y el encono,
Y el más hondo menosprecio,
Para el cuitado y el necio
Que no sabe darse tono.
 
Alabanzas para el vicio,
Para el crimen recompensa:
Tal es el gran beneficio
A cada cual en su oficio
Que la sociedad dispensa.
 
En la lucha por la vida,
No son los más diligentes
Los que ganan la partida;
Para no verla perdida
Hay que armarse hasta los dientes.
 
Unos combaten apenas,
Pues armados de instrucción
Ó con oro á manos llenas,
Ni saben lo que son penas
Ni les falta protección.
 
Otros tienen que vivir
Luchando como leones,
Y luchando hasta morir,
Forzados á combatir
Sin armas ni municiones.
 
Al que cae se le censura,
Al que sube se le amengua,
Del que es malo se murmura,
Y al bueno se le tritura
Con el filo de la lengua.
 
Se alterna con los bribones
Y con los seres más viles,
Con tal que guarden cupones
Ó tengan buenas acciones
De las de ferrocarriles.
 
En las clases gobernantes,
Con nobiliarios escudos
Ó con escudos sonantes,
Donde figuran tunantes
Más o menos linajudos,
 
Se acepta la hipocresía,
La vanidad, la doblez,
La traición y la falsía;
Pero no la valentía
Ni la severa honradez.
 
Priva el mundo el menguado
Que cobra sus dividendos
Por haberlos heredado,
Ó por haberlos robado
Con ardides estupendos.
 
Y privan hoy como antes
Los importantes señores
De las clases gobernantes,
Que siempre van elegantes
Como los estafadores.
 
A esas clases pertenecen
Los pedantes, los banqueros
Y otros que no lo merecen,
Y todos los que padecen
Abundancia de dineros.
 
Aplausos merecería
El hijo de un artesano
Que por su propia valía
Ganase categoría
De eminente ciudadano;
 
Pero es raro el que es sincero,
Y no tiene poca gracia
Que porque gana dinero
Hable de su aristocracia
El hijo del barrendero.
 
Una sociedad humana
Regulada por la ciencia,
De la que el orden dimana,
De sí misma soberana,
Sin más Dios que la conciencia,
 
Ese el ideal sería
De una sociedad perfecta
Que no se ve todavía,
De seguro más correcta
Que la sociedad del día,
 
En la que brillan ladrones
Vestidos de caballeros,
Se alaban las corrupciones
Y se envidian los doblones
De bandidos usureros.
 
Un sujeto distinguido
De esta nueva sociedad,
Se queda muy complacido
Si se le llama bandido
O cualquier atrocidad;
 
Pero llamadle inocente
Con la mejor intención,
Ó inofensivo, ó prudente,
Y veréis que diligente
Os pide reparación.
 
Y es que imperan en el día
El error y la anarquía
En ideas y pasiones,
Y en moral, filosofía,
Derechos y Obligaciones.
 
Por eso á los hombres justos,
Que son sin duda los menos
Y no ganan para sustos,
Se les prodigan disgustos,
Se les critica por buenos;
 
Y se adula á los osados
Que á fuerza de picardías
Llegan á verse encumbrados,
Con mofa de los honrados
Y de sus “majaderías”.
 
Y esto es causa principal
De que vivan tantas gentes
En el orden material,
Y en el desorden moral
De las clases dirigentes.
 
 
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[1] Tomado de ESTÉVANIZ , Nicolás. Romances y Cantares. Garnier Hermanos, Libreros- Editores. Tercera edición.1981. Pág. 221 a 227.
 
Modificado por última vez en Viernes, 17 Octubre 2014 11:10
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