Literatura y Derecho: “Una interpretación de la Historia Universal” sobre el reformismo legal

Cada día se hace más difícil conocer el Derecho; éste pelea contra el tiempo, y, en su carrera, solo deja el desconcierto y  la inseguridad jurídica. Por ello, nos parece interesante recordar los siguientes apartes literarios que describen este fenómeno con gran gracia y lucidez.

 
ORTEGA Y GASSET en su obra “Una interpretación de la Historia Universal”[1] decía:
 
“La destrucción universal del Derecho, señores, clama urgentemente al cielo; por eso había tanta urgencia que clamar. A fuerza de hablar de justicia se ha aniquilado el jus, el Derecho, porque no se ha respetado su esencia, que es la inexorabilidad y la invariabilidad. El reformismo del Derecho, al hacerlo inestable, mudadizo, lo ha estrangulado (…). No asistimos a la creación de ningún derecho, sino al contrario, casi exclusivamente a un quitar los derechos que había. Entre las múltiples fórmulas que yo empleaba entonces para definir este terrible fenómeno quiero recordar a ustedes la más humilde de todas: el caso del gitano que va a confesarse y al preguntarle al sacerdote los mandamientos de la ley de Dios, le responde: Mire usted, padre; yo los iba a aprender, pero he oído por ahí un runrún de que los van a quitar…
 
“Derecho es sólo hoy el runrún de algo que se va a quitar, no es lo que se va a dar, y ello a cuenta de la llamada justicia”.
 
Y más adelante agrega el autor que el Derecho “no es esa vaga e irresponsable cosa de que se habla en los editoriales de los periódicos y en las vociferaciones de los mítines, la cual haciendo al Derecho inestable, ha quitado de bajo los pies de los hombres la tierra firme en que antes se afianzaban, y al faltarle este punto de apoyo ¿qué puede hacer el hombre sino caer? Ya no puede afianzarse en esa tierra firme que era el Derecho y desde la cual podía intentar  ser con dignidad.  Ahora el Derecho se hace informe y el hombre cae y yo no he visto nunca que alguien que cae de un séptimo piso, mientras cae, sepa caerse con dignidad. Todo caer es decaer. La destrucción del Derecho no puede producir sino el envilecimiento del hombre (…). Como siempre, una vez más lo mejor ha sido enemigo de lo bueno, y a cuenta de este afán de justicia presunta, pero yo creo que inspirado en muchos de buena fe por amor al hombre, lo que está haciendo es destruir  muchas de las mejores cosas humanas”.
 
 
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[1] Ed. Alianza. Madrid, 1979, ps. 291-292.
 
La Voz del Derecho

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