Hechos y Situaciones: Internacionales. RELACIONES ESTADOS UNIDOS y CUBA. AÑO 1966 Destacado

Durante los 53 años que han transcurrido hasta el año que termina, cuando los presidentes de EE. UU., y Cuba le anunciaron al mundo, hace apenas unos días, el restablecimiento de las relaciones bilaterales, han pasado por la Casa Blanca 11 Presidentes -6 republicanos y 5 demócratas-, y por la isla cubana, tan solo los hermanos Castro. La Revolución en la isla, que se esperaba efímera, desafió todos los pronósticos, resistió el bloqueo comercial y vio pasar varias décadas; sin embargo, como testimonio mudo de lo acontecido y del paso de los años, se quedó detenida en el tiempo la arquitectura de la Habana, capital de la República y centro económico y cultural de la isla, hoy considerada una de las 20 ciudades más bellas del mundo.

 

Los Presidentes que enfrentaron desde sus gobiernos la Revolución en Cuba fueron: (i) El Republicano DWIGHT D. EISENHOWER (20 de enero de 1953 hasta el 20 de enero de 1961); (ii) el Demócrata JOHN F. KENNEDY (20 de enero de 1961 hasta 22 de noviembre de 1963); (iii) el Demócrata LYNDON B. JOHNSON (22 de noviembre de 1963 hasta 20 de enero de 1969); (iv) el Republicano RICHARD NIXON  (20 de enero de 1969 hasta el 9 de agosto de 1974); (v) el Republicano GERALD FORD (9 de agosto de 1974 hasta el 20 de enero de 1977); (vi) el demócrata JIMMY CARTER (20 de enero de 1977 hasta el 20 de enero de 1981); (vii) el Republicano RONALD REGAN (20 de enero de 191 hasta el 20 de enero de 1989); (viii) el Republicano GEORGE H.W. BUSH (20 de enero de 1989 hasta 20 de enero de 1993); (ix) el Demócrata BILL CLINTON (20 de enero de 1993 hasta el 20 de enero de 2001); (x) el Republicano GEORGE W. BUSH (20 de enero de 2001 hasta el 20 de enero de 2009); (xi) el Demócrata BARACK OBAMA (20 de enero de 2009 hasta hoy.
 
 
Imagen de: deliaaphotography.blogspot.com
 
 
1966.- Con la fuerza de las palabras y la convicción de las ideas, el 13 de marzo, en la escalinata de la Universidad de la Habana, el Comandante FIDEL CASTRO RUZ, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, pronunció un discurso ante el pueblo cubano a propósito de la conmemoración del IX Aniversario al Asalto del Palacio Presidencial[1], en el que le señaló al mundo  qué la lucha por la libertad sería enfrentada con absoluta entereza y que la revolución había llegado para quedarse.
 
 
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La historia como lo profetizaría Fidel Castro en 1966, nos demostraría que la fuerza y firmeza de la revolución cubana  sería una verdad inocultable para la posteridad. El giro de 180 grados que dio el Gobierno de los EE.UU. (año 2014) en cabeza de su décimo primer Presidente desde la ruptura de las relaciones en 1961, después de 53 años de no ceder un punto en su política  internacional hacia la isla de Cuba, prueba -como lo anticipó el Comandante Castro- que lo sucedido en Cuba fue el reflejo de una revolución radical y profunda que no se dejarían intimidar, amenazar ni asediar por los Estados Unidos o sus aliados.
 
 
PARRAFOS DEL DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO EN EL AÑO 1966.
 
“¡Hay que estar ciegos, absolutamente ciegos para no comprender lo que el hecho revolucionario de Cuba significa en esta época!  ¡Hay que estar ciegos, absolutamente ciegos, para no comprender la importancia que el hecho revolucionario de Cuba tendrá en los años venideros en el mundo actual!”
 
(…)  
 
“Los pueblos marchan cada vez más hacia su liberación contra el imperialismo, pero al librarse del imperialismo los pueblos no caerán en nuevos tutelajes; los pueblos no podrán caer ni caerán bajo ninguna forma de tutelaje en el futuro, porque el mundo de mañana, el mundo del socialismo, por el cual los pueblos luchan hoy, no podrá ser igual que el mundo de hoy:  el mundo de los fuertes y los débiles, el mundo de los grandes y de los pequeños, el mundo de los que tienen voto y veto.  ¡No!  En el mundo de mañana, y mientras en el mundo existan fronteras, deberá prevalecer la igualdad más absoluta entre los pueblos, deberá prevalecer ese principio por encima de la potencia de cualquier pueblo, o del tamaño de cualquier pueblo.  
 
Y nosotros sabemos que luchamos por eso, no importa el precio, no importan las dificultades que a este país le surjan por mantener esta posición, por no doblegarse ante nada ni ante nadie.  Porque estos sacrificios conscientemente y estas dificultades conscientemente, las estamos afrontando por el mundo del futuro, por el derecho de los pueblos en el mundo de mañana a la plena independencia, a la plena libertad de criterios.  Y después de la lucha contra el imperialismo, que es la lucha en el mundo de hoy contra el peor mal de hoy, es honroso para nuestra patria luchar desde hoy contra los males del mañana”.  
 
(…)
 
“Y es lamentable, es lamentable que haya tantos equivocados en el mundo, es lamentable que haya tantos que nos hayan subestimado en el mundo, empezando por los imperialistas yankis.  Cuán equivocados estaban los que iniciaron el camino de las agresiones contra nuestro país al suponer que esta Revolución venía abajo con unas cuantas medidas de orden económico, con unas cuantas agresiones.  Han pasado siete años, hemos luchado firmemente, hemos trabajado arduamente y la Revolución —mal que les pese a nuestros viejos y a nuestros nuevos enemigos— mal que les pese, es cada vez más fuerte y está cada vez más consolidada.  
 
(…)
 
“…nos encontramos en el vórtice de los acontecimientos, nos encontramos en medio de un continente que se revoluciona, donde la lucha se hace cada vez más aguda, donde el odio imperialista es cada vez más agresivo, donde las voces demandando la agresión a Cuba aumentan día a día; sabemos que nuestro pueblo está llamado a escribir páginas de heroísmo, sabemos que nuestro pueblo está llamado a resistir y afrontar serenamente y dignamente grandes riesgos, y sabrá afrontarlos con absoluta entereza.  ¡Y sabemos que antes se podrá decir que este pueblo desapareció de la faz de la tierra antes de que se pueda decir que este pueblo claudicó!.
 
Y cómo podrá ocultar nadie esa verdad a las generaciones venideras, cómo podrá ocultar nadie esa verdad al mundo del mañana, cómo podrá nadie negar esa verdad a la posteridad.  Los que nos calumnian y nos detractan se hipotecan con la historia, y cargarán —como un pesado fardo y no impunemente— las infamias que escriban hoy contra nosotros”.
 
(…)
            “No hay tal milagro, señores imperialistas.  No hay tal magia, señores imperialistas.  Simple y sencillamente lo que hay es una revolución de verdad en nuestro país.  Y las revoluciones de verdad son imposibles de destruir”.  
 
(…)
 
“¿Derechos feudales en el seno de esta Revolución?   “¡No!”; ¿apellidos en el seno de esta Revolución? “¡No!”. Pues bien, luchemos contra eso y habremos sacado el más saludable fruto de esta experiencia amarga.  
 
(…)
 
“Y les advierto que esta es la atmósfera capitalina, estos vicios son capitalinos.  Una ciudad grande tiene las características de una ciudad grande.  Estos vicios no son propios de las capitales de provincias, son propios de nuestra capital.  ¿Qué lo ha alentado?  Cierta impunidad, cierto historial de quienes han sido genuinos representantes de esos vicios.  
 
(…)
 
¿Cómo pueden entender esto estos señores?  ¿Cómo pueden entender esto los imperialistas?  Creen que es producto de la debilidad lo que es resultado de la fortaleza de la Revolución.  El enemigo imperialista está en plena ofensiva en el mundo, está haciendo de las suyas en muchas partes, empleando todos esos recursos de la corrupción, de la subversión, de la división.  Sin embargo, contra nuestro país se han estrellado todos esos recursos.  ¿Por qué?  Les decía: porque aquí ha habido una verdadera Revolución.
 
El enemigo imperialista cambia gobiernos, interrumpe el proceso revolucionario en Indonesia, da golpes de Estado en distintos países de Asia, de África, en todas partes.       Sin embargo, aquí, la Revolución que está más cerca de ellos, el país donde tenían más influencia ideológica, se han estrellado absolutamente contra la Revolución Cubana.  ¿Por qué?  Pues, en primer lugar, porque hay una revolución de verdad, una revolución radical, profunda; un partido, unas fuerzas armadas verdaderamente revolucionarias, una conciencia revolucionaria en el pueblo, una doctrina revolucionaria.  
 
Cuando no hay partido, cuando no hay ejército revolucionario, cuando no hay una doctrina revolucionaria, cuando no hay un pueblo revolucionario, cuando no hay una dirección revolucionaria, en dos palabras, cuando no hay una revolución, las cosas del imperialismo se hacen más fáciles.  
 
            Y el imperialismo ha podido prosperar en todos aquellos procesos revolucionarios donde ha habido división, donde ha habido vacilaciones, donde en dos palabras, no ha habido revolución.  Pero aquí ha tenido lugar una revolución de verdad y esa es la diferencia esencial.  
 
(…)
 
“Y, en fin, todas estas cuestiones de orden general que son las que definen o no una revolución, y que son las que demuestran que en las condiciones de nuestros países no es posible hacer una revolución antioligarca, antimperialista, sin el apoyo de los obreros y los campesinos, sin que esa revolución marche hacia el socialismo, independientemente de que nacionalizaran o no el cobre, porque los imperialistas tienen muchos intereses en cualquier país de América Latina; 
 
(…) 
 
Y conste que no nos interesa quitarnos culpa de encima, conste que no nos interesa que nos acusen o no de lo que les dé la gana de acusarnos, conste que no nos importa si nos quieren echar la culpa.  Hago esta aclaración en consideración a la verdad histórica.  
 
Sabemos que el imperialismo culpa a Cuba, sabemos que los oligarcas culpan a Cuba, sabemos que cada vez culparán más a Cuba, y no nos importa, y no tenemos nada que temer, no nos causa ningún temor.  Estamos listos ahora y estaremos listos cada vez más cuando, como consecuencia de todas esas acusaciones, quieran agredir a nuestro país.  
 
No podemos ser ilusos, no debemos hacernos ilusiones.  En la medida en que como consecuencia de la explotación imperialista y de las contradicciones se desarrolle la lucha revolucionaria en América Latina, nuestro país correrá más y más riesgos de ser agredido.  
 
(…)
 
            Hace apenas unas semanas un heroico exsacerdote, o un heroico sacerdote expulsado de su función por la reacción oligárquica, por la propia oligarquía católica, fue muerto mientras combatía por la liberación de su país, el sacerdote revolucionario Camilo Torres.  Hombre querido por el pueblo colombiano, capaz de despertar confianza, capaz de despertar entusiasmo en las masas colombianas, hombre leal a su pueblo, que empuña las armas y muere en manos de las tropas antiguerrilleras entrenadas por el Pentágono.  
 
(…)
 
Eso es lo típico de los esbirros, eso es lo tímido de estos gobiernos lacayos: asesinar a los revolucionarios y, encima de asesinarlos, calumniarlos; encima de calumniarlos…”.
 
(…)
 
 Nuestro pueblo sabe por experiencia que masacrando y matando no se harán más fuertes los imperialistas, que masacrando y matando se hicieron cada vez más débiles en nuestro país, que masacrando y asesinando no pudieron frenar el triunfo de la Revolución.  
 
Cuanto más débiles nos consideren, tanto más se alentarán los imperialistas a agredirnos; cuanto más fuertes nos consideren, tanto más meditarán los imperialistas antes de agredirnos.  
 
(…)
 
Pero a nosotros nos ha correspondido estar aquí a pocas millas de los imperialistas.  Somos el primer país que hemos hecho nuestra Revolución, y eso ellos no nos lo perdonan.  Hemos resistido, hemos destruido todos sus planes; no han podido penetrar en nuestro país, no han podido hacer la menor mella, han fracasado y eso no nos lo perdonan los imperialistas.  Y cuantos más impotentes son más crece su odio y más crece su espíritu agresivo contra Cuba.  
 
Estamos en las circunstancias en que nos aproximamos a los años decisivos, a los años en que sin dejar de trabajar un minuto, sin dejar de hacer el máximo esfuerzo en el campo del desarrollo de nuestra economía debemos prepararnos para resistir los mayores peligros.  
 
(…)
 
De todas maneras no será siempre la situación de nuestro país la situación de ahora; no será eterno el bloqueo imperialista, algún día los imperialistas serán derrotados por los pueblos, sus bloqueos desaparecerán”.
 
No solo eso.  ¿Cree alguien que si los imperialistas hacen un bloqueo a este país, total, impide que llegue un solo barco a este país la Revolución sería aplastada? “¡No!”.  ¿El pueblo sería vencido?  “¡No!”. Debemos estar preparados incluso para condiciones de bloqueo total del país, a resistir todo el tiempo que sea necesario, a convertirnos si es necesario en un pueblo agrícola pastoril los años que fuesen necesarios, a cultivar con yuntas de bueyes, ¡pero resistir!.
 
Cuando un pueblo sabe que es capaz de eso, se siente seguro; cuando un pueblo sabe que es capaz de eso, se siente acreedor a su independencia, se siente acreedor a aspirar a la libertad como tal pueblo, no importa el tamaño de sus enemigos, no importa la felonía de algunos que debieran ser sus amigos.  
 
Tiene derecho a aspirar a llevar la frente alta, a ser libre.  Pueblo que no estuviese dispuesto a hacer eso, no tendría derecho a aspirar a ser un pueblo libre.  Nosotros sabemos que en una circunstancia como es el valor del pueblo se acrecentaría como en todas las horas difíciles, como en todas las horas decisivas. 
 
Nos recordamos de la Crisis de Octubre, ¡qué valor, que firmeza, qué serena decisión del pueblo!  Sabemos que el pueblo se crece ante las dificultades, sabemos que el pueblo se crece en los momentos críticos.  Y sabemos que ninguna prueba, por dura que fuese, podría derrotarnos; que ningún bloqueo, por grande que fuese, podría derrotarnos; porque en ese caso el combustible para los tanques y los cañones y el ahorro de balas para nuestros enemigos y la solución de nuestros problemas, con lo que tengamos en nuestro país, en la seguridad de que en ninguna circunstancia nos moriremos de hambre; en la seguridad de que en ninguna circunstancia podrán derrotarnos.  El país se enfrentará serenamente, valerosamente a los años venideros, no importa cuán arriesgados sean, no importa cuán difíciles sean como consecuencia de la acción de nuestros enemigos.  Resistiremos firmemente, resistiremos victoriosamente, como resiste hoy el heroico pueblo de Viet Nam a la agresión imperialista.
 
(…)
 
Admiramos el heroísmo del pueblo vietnamita, ver cómo se enfrenta con sus armas, sus fusiles, sus hombres y sus mujeres, a los aviones agresores.  Pero nunca podremos estar de acuerdo y nunca podremos comprender que sea posible, allí en el sudeste de Asia, llevar a cabo ese tipo de guerra bárbara contra un pueblo pequeño del campo socialista como Viet Nam.  
 
(…)
 
Y esa teoría de que si esta generación no vence vencerá la otra, no la entiende nadie.  ¡No!  Eso es decir: que se pelee en Viet Nam hasta el último vietnamita.  En todo caso, nosotros creemos que lo correcto sería decir:  ¡Que se pelee en cualquier país del campo socialista hasta el último soldado socialista!.
 
(…)
 
Y nosotros, que estamos bastante lejos aquí, y bastante solos, que no tenemos fronteras con ningún país socialista, que no nos podrán mandar nada por ninguna frontera en caso de agresión, que seremos agredidos en el acto si se produce cualquier conflicto grande en cualquier país del mundo, no vacilamos en proclamar que esta es nuestra posición y que esta es nuestra política de principios.  Y no es que se trate de que nosotros queramos que si nos agreden todo el mundo combata por nosotros, porque nosotros si la hora llega de defender esta tierra, no andaremos preguntando quiénes nos van a ayudar, no andaremos preguntando cuántos van a pelear junto a nosotros, ¡porque aunque nosotros nos quedáramos absolutamente solos en esa pelea, pelearemos hasta el último aliento, hasta la última gota de nuestra sangre!   
 
Cuando iniciamos esta lucha no le pedimos permiso a nadie; cuando iniciamos esta lucha no contábamos más que con nuestras propias fuerzas.  Hemos hecho nuestra Revolución en un momento decisivo de la historia; hemos hecho nuestra Revolución cuando los sentimientos y los vínculos internacionalistas entre los pueblos han llegado a su nivel más alto; pero no obstante ello, si tenemos que pelear solos pelearemos; cuando llegue la hora de defender la soberanía de esta patria, el suelo de esta patria, la bandera de esta patria, como el primer día, cuando empezamos la lucha, no diremos:  ¿Cuántos combatirán con nosotros?, no contaremos el número de nuestros soldados ni contaremos el número de nuestros soldados enemigos, ¡solo sabremos que nuestro deber es pelear, que nuestro deber es morir si es necesario hasta el último revolucionario!  
 
Y eso, compañeros estudiantes, un día como hoy —que es un día de homenaje al heroísmo— es lo que quiero expresar aquí, para poder decir un día como hoy que hablamos muy sinceramente y muy seriamente cuando decimos”: 
 
¡Patria o Muerte! 
¡Venceremos!
 
Lea el discurso completo en el siguiente link: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1966/esp/f130366e.html
 
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[1] El día 13 de marzo de 1957 tan solo una patrulla guerrillera compuesta por 12 hombres atacan el Palacio Presidencial.
La Voz del Derecho

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