Hechos y Situaciones Nacionales: ¿EL PEOR ENEMIGO DE UNA MUJER ES UN HOMBRE? PARA ALGUNAS MUJERES LA RESPUESTA ES SÍ. Destacado

Jineth Bedoya Lima y Natalia Ponce de León, dos colombianas cuyas historias nos conmueven, fueron atacadas de forma cruel e inhumana por decisión de hombres que de forma deliberada y a sabiendas de la ilicitud de sus actos decidieron destruirlas. No obstante, ellas como el Ave Fénix, una vez consumidas por el fuego de la terrible desgracia personal, decidieron resurgir de sus cenizas. Superando toda tipo de pruebas inenarrables por la imposibilidad que tenemos de dimensionarlas, le dieron rostro visible a su tragedia, para que aquellas mujeres víctimas de los mismos crímenes e incapaces de levantarse, comprendan que deben luchar y que la sociedad no puede continuar aceptando por parte de algunos hombres, lo inaceptable. 

 

 

Foto de www.youtube.com

JINETH BEDOYA LIMA, periodista colombiana nacida en el año 1974. Fue secuestrada el 25 de mayo del año 2000 a la entrada de la cárcel “La Modelo” en Bogotá, cuando en su condición de periodista, se disponía a entrevistar al líder paramilitar conocido con el alias de “El Panadero”. Jineth Bedoya le contó a los medios de comunicación, que ante la sospecha de una trampa se fue ese día de mayo, acompañada de un editor y un fotógrafo que desaparecieron mientras esperaban autorización para entrar a la prisión. Una vez sola, ella fue secuestrada.
 
Jineth fue drogada y transportada por tres hombres en una camioneta a una zona distante de la ciudad, que se identificaron como empleados del líder paramilitar Carlos Castaño. En ese lugar y ante la mirada de otros hombres, la violaron y torturaron “de todas las maneras que uno pueda imaginar” durante 16 horas, mientras le repetían que en ella “estaban enviando un mensaje a la prensa en Colombia”. Jineth Bedoya, totalmente destruida, fue abandonada desnuda en una carretera de donde salió a rastras para ser salvada por un taxista.
 
Transcurridos 9 años, la periodista colombiana decidió que –pese al gran costo de recordar una y otra vez su historia- era su “responsabilidad compartirla”. Desde entonces Jineth es la voz de miles de millones de mujeres colombianas y del mundo que han sido víctimas de esta tipo de violencia en la que se refleja la monstruosidad del hombre que ante su incapacidad y jactancia, percibe el cuerpo de la mujer, como latifundio de sus propósitos más oscuros.
 
Jineth ha recibido números premios y reconocimientos;  batalla sin descanso para darle rostro a este crimen contra las mujeres. Miles de mujeres colombianas han sido violadas en el histórico y nunca terminado capítulo de violencia que los hombres mantienen vivo para su satisfacción y placer. En la Habana estas mujeres representadas –entre otras- por Jineth Bedoya buscan ser visibilizadas. Pero ya nos anticipan que ningún guerrillero de los que está sentado en la mesa de negociaciones pagará un solo día de cárcel. No obstante, testimonios como el de una mujer víctima del conflicto horrorizan y lastiman: “Ellos eran la ley, hacían fiestas y obligaban a las niñas a ir, nos convertimos en sus esclavas”; otra de ellas recuerda como los “paras” violaron a su mamá de 80 años.
 
Pocos están interesados en el dolor de las mujeres, porque continúan siendo invisibles para sociedades que permanecen dominadas por el sexo masculino en su estado más primitivo.
 
Jineth Bedoya, nuestra joven periodista colombiana sigue luchando y exigiéndose más allá de la capacidad de cualquier ser humano normal, a pesar de su propia tragedia, porque comprende como pocas,  la necesidad de líderes como ella. Voz y rostro necesitan miles de millones de mujeres en el mundo, para equilibrar de alguna forma, el pesado mundo de perversiones que sobrellevan algunos hombres en su diario vivir; individuos que andan por todos lados y que solo se encumbran en su macho vigoroso destruyendo a las mujeres.
 
Para Jineth Bedoya,  la lucha va más allá de la violencia sexual. En sus propias palabras "No quiero solamente hablar de violencia sexual, también de violencia institucional, de violencia económica, de toda la estructura de la sociedad que continúa relegando a las mujeres a tercera o cuarta fila dependiendo del país en el que vivan".
 
 
Foto de www.semana.com
 
NATALIA PONCE DE LEON. “Una decepción amorosa” sufrida por un admirador de Natalia, inspiró a su agresor Jonathan Vega, a resolver su frustración, destruyéndole la cara y el cuerpo. Natalia fue agredida en marzo del año 2014 con un poderoso ácido que le fue arrojado cuando estando en la tranquilidad de su hogar, accedió recibir a una persona que en la portería del edificio se anunció como un antiguo novio.
 
Natalia, una comunicadora colombiana linda, joven y alegre a quien la existencia le cambió radicalmente por la decisión de un hombre de destruirla en vida, resolvió ponerle una pausa a su dolor personal y liderar en beneficio de miles de mujeres quemadas con acido en el mundo, su fundación. Para ese propósito dispuso  hacer visible  “su rostro” en una entrevista televisada en Colombia y de esa forma empoderarse de su papel de líder y  evidenciar la tragedia ayudando con su vivencia a las personas víctimas de este horrendo crimen.
 
Natalia perdió su rostro. Desde hace un año no volvió a encontrar en el espejo los rasgos de la cara que por bonita y fresca, le permitió hacer comerciales de televisión y sesiones de fotografía; a pesar de perder su identidad, para adquirir la que un criminal le regaló -por cuenta de su perversidad- hoy nos regala su experiencia para decirnos que esta “hecha para hacer algo grande”.
 
Sólo otra valiente como Jineth Bedoya, podía presentar a Natalia Ponce ante los medios: “Hoy es un día para decirle sí a la vida, sí a la esperanza, para decirle a todo un país que es necesario seguir creyendo, levantarse de las cenizas con fuerza, con valor y con coraje como lo hizo Natalia”.
 
Escrito por Clara Patricia Montoya Parra
Modificado por última vez en Lunes, 20 Abril 2015 17:03
Clara Patricia Montoya Parra

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