Reflexión (68)

"Imagina unos hombres en una habitación subterránea en forma de caverna con una gran abertura del lado de la luz. Se encuentran en ella desde su niñez, sujetos por cadenas que les inmovilizan las piernas y el cuello, de tal manera que no pueden ni cambiar de sitio ni volver la cabeza, y no ven más que lo que está delante de ellos. La luz les viene de un fuego encendido a una cierta distancia detrás de ellos sobre una eminencia del terreno.
 
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"Yo, de ser otro, tampoco me perdería 'En primera plana': uno sale del teatro como sale de las películas definitivas, reticente al mundo de afuera y estremecido por lo que acaba de ver en la oscuridad –la historia de cómo los periodistas de Spotlight, la unidad investigativa del Boston Globe, probaron que los curas abusadores de menores no eran una excepción, sino una regla que también era un secreto a voces–, y le parece repugnante que a cientos de miles de niños del mundo se les haya ido la vida sobreponiéndose a esos depredadores sexuales que le han vendido el alma a Dios, y piensa en todos los poderosos que día a día violentan a sus dependientes en los entretelones de sus farsas, y sospecha que solo los victimarios procuran ser víctimas, y ruega por que esos grandes reporteros que consiguen demostrar que los rumores son ciertos sigan teniendo trabajo en estos tiempos de desfinanciar el periodismo."
 
"Quiénes van a exhibirnos las perversiones sociales que vemos de reojo, y quiénes van a poner en evidencia a los omnipotentes, a los todopoderosos ahora que –así lo dijo este miércoles la Sacha Pfeiffer del grupo Spotlight– los periodistas investigativos se han vuelto una especie en peligro de extinción. Quiénes, si no son aquellos reporteros que se juegan el sistema nervioso y la vida para descubrir las trampas que nos gobiernan, van a mostrarnos que aquí en Colombia –por ejemplo– la policía ha llevado adentro una red de prostitución, el Estado en pleno se ha encogido de hombros mientras los niños de La Guajira mueren de sed y el Defensor del Pueblo ha entendido a las patadas que no se puede cargar de emoticones una figura pública, ni tiranizar subordinados, ni sextear con asistentes."
 
"Cuando aún tenía su programa, Pirry fue a La Jolla con sus productores a hacerle al cura Richard Sipe –que, como muestra 'En primera plana', ha denunciado la pederastia en la Iglesia desde los 70– una entrevista que ahora hace parte de un buen libro sobre los riesgos de encubrir el sexo: fue Sipe quien empezó a advertir que no estamos ante unas cuantas manzanas podridas, sino metidos hasta el cuello en un problema de fondo."
 
"También en la católica Colombia, no solo en la Iglesia, sino en todas partes, se ha usado reducir las fallas estructurales a unos cuantos chivos expiatorios, “están exagerando...”, “no se puede condenar a un rebaño por un par de ovejas negras...”: pero si estamos plagados de funcionarios envanecidos es porque el reconocimiento es una venganza en un país que devuelve tan poco; si vivimos rodeados de falsos defensores, de procuradores viciados y de fiscales vanos elegidos a nuestras espaldas, es porque a ellos les ha quedado claro que no hay que serlo sino parecerlo, y a nosotros se nos ha educado en la resignación; si tantos acosadores poderosos están en pie es porque aquí “lo normal” ha sido el silencio forzoso de las mujeres, el infierno al que van quienes denuncian los abusos, el prestigio de los abusadores que todas las mañanas se ponen su uniforme –su hábito– como una inmunidad."
 
"Yo, de ser cualquiera, iría a ver 'En primera plana' de aquí a mañana: uno vuelve a la casa como vuelve de las películas reivindicatorias, sano y salvo y corriendo el riesgo de pensar que el horror que pasó no está pasando –y oye que, en un paréntesis de sensatez, el Defensor por fin ha renunciado–, y entonces se descubre con la convicción de que si un mal día llegamos a quedarnos sin periodistas investigativos, porque “este año solo ganamos mil millones...”, entonces tendremos que inventárnoslos: quiénes más van a señalarnos los abusos que hemos tolerado por “culturales”; quiénes más van a ponerles el reflector a estos caraduras que viven en fuga pero poco renuncian."
 
 
Ricardo Silva Romero
 
 
 
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“Esta vieja y trascendental polémica volvió a ser avivada este fin de semana por Daniel Samper Ospina a través de una serie de tuits indignados, en los que se quejaba por los altos precios cobrados por un restaurante —el cual había visitado hacía poco—, y llamaba a una cruzada para acabar con los restaurantes esnobs. Según él, no tiene presentación que un restaurante le haya cobrado a él, un simple mortal, un paisano más, alguien del común, $800.000 por una cena para cuatro personas. Inaudito.
 
Lo que no parece entender Daniel Samper Ospina es que el restaurante que él denuncia como esnob existe por y para gente como él. Fue su opción llevar a sus invitados allí y fue su opción cenar allí a pesar de saber los precios con antelación. Es típico de los esnobs —de los cuales él y Sánchez Cristo son los máximos gurúes— quejarse siempre o indignarse por lo que perciben como una falla ajena cuando en realidad es propia; culpar a otros por las malas decisiones que uno mismo toma.

Además de haber hecho una carrera burlándose públicamente de sus amigos y familiares, hay que decir que Samper Ospina es un tipo indudablemente chistoso. Su familia lo es y lo ha sido siempre (¡cuánto humor no derrocha aún su tío, el expresidente Samper, cada vez que habla!). Su mordacidad le ha otorgado un lugar de privilegio dentro de la farándula periodística de Colombia y con los años sus opiniones son tenidas como palabra sagrada para un segmento pequeño, pero poderoso de la población urbana de nuestro país.

Por lo anterior, aunque tiene razón Samper Ospina en decir que ciertos lugares cobran en demasía, no es él la persona más autorizada para quejarse: su denuncia suena a berrinche. Además la opción es simple: un restaurante vive de sus clientes. Si nadie va al restaurante, éste forzosamente ha de bajar sus precios o cerrar. La opción es no frecuentar los restaurantes caros y más bien probar otras opciones novedosas y deliciosas que ya ofrece Bogotá, en muchos rangos de precios. Sin embargo, para Samper Ospina y otros esnobs, las únicas opciones son las dos o tres de siempre y en las que se sienten cómodos y seguros. Por esta razón terminó en aquel restaurante cuyo nicho de mercado, como el de tantos otros restaurantes en Bogotá, es aquel creciente grupo poblacional que busca la aceptación y el reconocimiento social frecuentando sitios de moda. Es él y personas como él las que fomentan la creación y existencia de lugares en exceso costosos.
 
Para Samper Ospina la opción no es ir a otro sitio. Lo que pide Samper Ospina no es nada distinto que obtener lo mismo por menos: un lugar exclusivo y excluyente, con una buena atmósfera, gente divinamente —cuyos cotilleos cotidianos le sirvan luego para escribir sus columnas— y que no le cobren tan caro… precisamente el modus operandi del esnob.
 
La limitación de miras frente a otras opciones, el juicio posterior en forma de indignación que suena a pataleta de niño consentido, el no aceptar responsabilidad por las propias decisiones, son signos inequívocos de la fantochería esnob. Por tanto, señor Samper Ospina, primero existió usted, el esnob, y luego el restaurante hecho a su medida. No se queje de su propia estupidez”.
 
@Los_Atalayas
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Columna de opinión tomada del diario El Espectador del 27 de enero de 2016.
 
 
 
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“[El Chapo] Es el tipo de narco mexicano clientelar; el personaje de don Epifanio Vargas, el narco de mi novela, se basa en tipos como él. El narco ha cambiado. Era un narco más patriarcal, menos violento, más clientelar en el sentido padrino, más orientado a proteger a una clientela en la que se amparaba. Pero al caer los grandes capos de la droga entraron los sicarios a repartirse el pastel, de forma más violenta y sangrienta.
 
Cuando yo la escribo [La Reina del Sur] todavía era posible encontrar aspectos amables o pintorescos en el mundo del narco. Era toda una sociedad que fumaba narco, bailaba narco y escuchaba música narco. Hay un aspecto folklórico y social muy popular. Todo eso se emputeció con la violencia y la sangre y ahora no veo que haya nada ni amable ni simpático en ese mundo sino todo lo contrario. Los narcos que inspiraron mi novela están muertos o en la cárcel. Ahora es el eslabón asesino el que se adueñó de los resortes.
 
El Chapo está a caballo entre los dos mundos; viene de aquellos patriarcas de la droga, pero ya está salpicado por la violencia en la que el narco se ha convertido en los últimos tiempos. Si El Chapo podría ser vagamente simpático hace veinte años ahora no es simpático en absoluto. Es otro Chapo, es otro narco. Kate se impregnó de la psicología de Teresa Mendoza y además se mostraba orgullosa de que fuera así. Supongo que eso la empujó a creer que comprendía. De ahí que la fascinación por el personaje la haya llevado a la fascinación por los personajes que inspiraba la novela. También El Chapo está fascinado por ella. Una doble fascinación: la de la actriz que encarna a una narca, por su personaje, y la del narco, que ve a una actriz encarnar a un personaje que le deja seducido por lo perfecto de su interpretación. Creo que El Chapo se enamora no de Kate sino de Teresa. Cuando uno lee los correos cambiados entre ellos te das cuenta de que ella está deslumbrada porque un narco de verdad está tratando con ella; y el narco de verdad está fascinado. Es una historia de mutua fascinación muy interesante. Kate es tan buena actriz que hizo un trabajo de integración del personaje tan intenso que nadie puede salir psicológicamente indemne de ese ejercicio. Aunque es una actriz y una mujer civilizada e inteligente, tras esos setenta episodios rodados en la telenovela jamás podrá ver al narco desde fuera. No es que se haya convertido en narca, pero el personaje de Teresa ya forma parte de la personalidad de Kate. Le brindo el problema a los psicólogos”.
 
 
Tomado del diario español elpaís.com. Entrevista concedida por el escritor y periodista español Arturo Pérez-Reverte al diario El PAIS. Pérez Reverte fue el escritor de la novela “La Reina del Sur” protagonizada para televisión por Kate del Castillo.
 
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