A propósito de un Libro: “INTERBOLSA. LA HISTORIA DE UNA ÉLITE QUE SE CREÍA DEMASIADO GRANDE PARA CAER”.

De la periodista antioqueña GLORIA VALENCIA C., de www.semanalibros.com. El libro, fruto de la investigación y recopilación de entrevistas a personas versadas e implicadas en el tema y documentos oficiales, nos aclara a los novatos en el asunto, el complejo manejo irregular que se dio en la que fuera hace tan solo dos años, la compañía bursátil más reconocida y prestigiosa del país, bajo la potestad y el conocimiento de Rodrigo Jaramillo Correa, su hijo Tomás Jaramillo, el empresario Víctor Maldonado, y a quien se identifica como el verdadero cerebro de la organización criminal, Juan Carlos Ortiz.

Acciones, divisas, repos, mercado bursátil, corredores de bolsa y términos especializados de este universo de la bolsa de valores nos trasladan a un lenguaje desconocido para la mayoría de las personas; y, por esa misma razón aunque ya pasaron dos años desde que la Superintendencia Financiera mediante Resolución 1795 del 2 de noviembre de 2012 ordenó tomar posesión inmediata de los bienes, haberes y negocios de la sociedad comisionista de bolsa INTERBOLSA S.A., aún no entendemos que fue lo que sucedió.
 
 
Instalaciones de Interbolsa antes de ser intervenida. Imagen de: www.larepublica.com
 
Pues bien, gracias a www.semanalibros.com y específicamente al trabajo periodístico de GLORIA VALENCIA C., accedemos a una explicación sencilla -que nos aclara lo justo para los ignorantes en el tema-, el enredo bolsista armado por los cinco principales responsables de este desastre financiero. Y, son cinco, porque hace parte del grupo el italiano Alessandro Corridori.
 
 
Alessandro Corredori. Imagen de: www.larepublica.com
 
 
Después de leer el libro entendemos mucho mejor lo ocurrido en Interbolsa; qué si le lleva tiempo a los investigadores de la Fiscalía, la Supersociedades y la Superfinanciera destrabarlo, que será para nosotros los colombianos que nada tenemos que ver con ese mundillo de abusos y engaños propios de las personas deshonestas que se mueven como pez en el agua en el mundo bursátil.
 
Y mientras comprendemos lo que es un repo, un jefe de mesa, un trader, operaciones apalancadas, negocios al debe y en posición propia, el entramado fraudulento del fondo Premium y un largo etcétera de conceptos, vamos visualizando la idiosincrasia de los implicados: personas ambiciosas como seguramente se espera que sean las personas que especulan en la bolsa con dineros de terceros; que provenían de buenas familias colombianas, a excepción de Alessandro Corredori de nacionalidad italiana; educados en las mejores universidades nacionales y extranjeras;  reconocidos en menor o mayor grado por la sociedad; con ansias de dinero –nunca el suficiente-  a pesar de tenerlo en cantidades envidiables para cualquier colombiano bien remunerado en el país; despilfarradores y rodeados de vida de lujo; ansiosos de poder y reconocimiento a excepción de Víctor Maldonado que al parecer amaba el exceso y vaya que le gustaba el derroche y la buena vida, pero “curiosamente” prefería el bajo perfil.
 
La periodista nos centra en el verdadero cerebro del descalabro, Juan Carlos Ortiz, quien habiendo sido expulsado del mercado por la Bolsa de Bogotá en el año 1.997 continuó metido en el negocio bursátil -tras bambalinas- gracias a Interbolsa. Y, es que nadie entiende cómo siendo la expulsión de Ortiz “uno de los episodios más sonados de la historia del mercado de valores”, Rodrigo Jaramillo Correa no tuviera reparos para asociarse con él y darle –de su mano- a la comisionista de bolsa INTERBOLSA, el impulso que necesitaba para llegar a tener bajo su mando una “firma que llegaría a tener el 30% del negocio bursátil colombiano y a ostentar un título que nadie consiguió antes” en Colombia. En el mundo del mercado de valores colombiano, Interbolsa, “fue la primera entidad financiera de América Latina en ser admitida en Brasil, una economía gigante y donde el mercado de capitales luce como un Goliat frente al colombiano”.
 
Para la periodista no cabe duda que Rodrigo Jaramillo anhelaba el poder al costo que fuera. Y, –podemos añadir- ya está al corriente del sabor amargo que tiene el poder obtenido a través de la codicia, es decir, a cualquier costo: los bienes de Rodrigo Jaramillo por orden de la Superintendencia de Sociedades fueron embargados; la Superintendencia Financiera lo multó con cuatrocientos millones por violar las normas del mercado de valores; decepcionó a la sociedad que confió en él y específicamente a su propia familia que terminó convertida en víctima del descalabro: por citar tan solo un ejemplo su cuñada Camila Botero depositó su dinero en Interbolsa y en entrevista concedida a Alberto Donadio para El Espectador dijo: ‹‹a la gente le queda difícil creer que no soy parte de este combo. ¿Cómo hago para decir que no soy pariente?››. ‹‹A mí me entregó María Restrepo una fundación y mi función es rescatar jurídicamente el dinero. Es una tragedia personal y fuerte. Me dio mucha rabia››; y, mientras se le llama a juicio por los delitos de operaciones no autorizadas con accionistas o asociados y concierto para delinquir, Rodrigo Jaramillo paga pena privativa de la libertad en su lujoso apartamento del barrio El Poblado en la ciudad de Medellín (Colombia) -gracias a su avanzada edad-, por los delitos de administración desleal y manipulación de la acción de Fabricato, cargos que aceptó.
 
 
Rodrigo Jaramillo. Imagen de: www.larepublica.com
 
 
Y, es que Interbolsa, gracias a operaciones irregulares, esto es, operaciones no autorizadas por el mercado de valores; a la destreza para disfrazar ingresos; a los millonarios autopréstamos; a las actividades ejecutadas sin autorización de sus clientes pero que llenaron los bolsillos de Jaramillo padre e hijo, Víctor Maldonado, Juan Carlos Ortiz y Alessandro Corredori; a “prácticas contables oscuras”, secretas y deshonestas; y, a la habilidad para vincular ofreciendo jugosos honorarios a personajes con dominio de información privilegiada en el mercado financiero, creció, creció y creció.
 
La periodista GLORIA VALENCIA señala en su libro: “Interbolsa había llegado al tope. Según Rodrigo Jaramillo, un patrimonio tan alto como el que habían acumulado era excesivo para la simple figura de una comisionista de bolsa. El manejo de los recursos se hacía ineficiente por la regulación y las restricciones propias de los mercados, explicaba el entonces presidente de la compañía. Palabras más palabras menos, estaban siendo víctimas del éxito”. 
 
El crecimiento desbordado de la comisionista que en el año 2002 saltó al primer lugar del mercado bursátil y que en tan solo cinco años (desde 1997 hasta el 2002)  multiplicó su tamaño por veinte, cayó ante los ojos desorbitados de los colombianos. De acuerdo con lo señalado por la periodista GLORIA VALENCIA: “Este crecimiento vertiginoso y temerario de Interbolsa creaba mucha suspicacia entre las otras firmas, algo que Rodrigo Jaramillo creía era envidia”
 
El hijo de Rodrigo Jaramillo, Tomás Jaramillo, también se encuentra respondiendo en los tribunales con gran desprestigio a su heredada ambición. Según la periodista “Tomás era una especie de relacionista público nato. Políticos, congresistas en ejercicio, funcionarios del alto gobierno, reconocidos economistas, gente del jet set, eran el objetivo estratégico de Tomás y Juan Carlos”.
 
 
Tomás Jaramillo. Imagen de: minuto30.com
 
 
Tomás Jaramillo Botero terminó estudios en uno de los mejores colegios de Bogotá: el Nueva Granada y en “The American University” estudió Administración de empresas. No obstante, un futuro prometedor, hoy y gracias a su ambición materializada en su desempeño en Interbolsa lo tiene en la mira de los colombianos, mientras la Superintendencia de Sociedades lo inhabilitó comercialmente por 10 años y le embargó los bienes; la Fiscalía lo investiga por los delitos de manipulación de acciones, administración desleal, operaciones no autorizadas con accionistas o asociados y concierto para delinquir.
 
Y, no podría terminar de otra forma pues: “A medida que pasaban los años, Tomás se iba empoderando en Interbolsa y el dinero iba entrando a sus bolsillo, de tal forma que iba creciendo la ascendencia sobre su padre y sobre Víctor Maldonado. Tomás se volvió ambicioso y arribista. Estaba más interesado en las relaciones con personajes de la farándula, la política o el jet set, que en aprender de los negocios”.
 
Sin duda la vida les sonrió a todos: en el año 2006, la compañía bajo el control de Tomás Jaramillo y Juan Carlos Ortiz compró avión que usaban para viajes personales; las oficinas en el edificio de Interbolsa cerca del Centro Comercial Andino en Bogotá y el sector de El Poblado en Medellín “mostraban la grandeza de la compañía”; tenían apartamentos en varias ciudades dentro y fuera del país; lanchas y yates privados; Rodrigo Jaramillo iba todos los años a Nueva York durante una semana, acompañado de su esposa para ver las funciones de la ópera en el Lincoln Center y para escuchar los conciertos de música clásica; Juan Carlos Ortiz y Viena Ruíz viajaban sin problemas económicos por el mundo entero, al año de casados estuvieron mes y medio en Asia y la luna de miel fue en Hawái, Viena Ruíz llegó a tener oficina en el segundo piso del edificio Interbolsa de la calle 82 en Bogotá.
 
Viena ruiz. www.eluniversal.com
 
 
Juan Carlos Ortiz, según personas que lo conocen –anota la periodista-, es “un profesional extremadamente ambicioso que quería convertirse en uno de los grandes magnates de Colombia y pensaba que podía lograrlo”.
 
Invirtió en la sociedad anónima Azul y Blanco con el deseo de ser el dueño, esto es, la antigua Corporación Deportiva Los Millonarios. Gran parte del dinero que se necesitó para la nueva sociedad llegó de una empresa creada por Juan Carlos Ortiz, Proyectar Valores. Este proyecto al parecer era la gran obsesión de Ortiz al punto que la periodista señala que éste deseaba “convertirse en una especie de Florentino Pérez Rodríguez, el importante empresario español del mundo del fútbol y presidente del real Madrid”.
 
 
Juan Carlos Ortiz. Imagen de: www,larepublica.com
 
Llama la atención que el día de su matrimonio con la presentadora Viena Ruíz les solicitaron a los invitados como regalo de boda una donación para “la Fundación de Interbolsa, que apoyaba a más de tres mil niños” y que esta fundación –concebida como parte de la presentación corporativa de la empresa “por cada peso que donaba un empleado, el grupo ponía dos”- resultará incluida en la larga lista de damnificados, pues según nos cuenta la periodista “el compromiso del grupo con la causa social duró hasta que se vieron urgidos de dinero. Cuando los repos de Fabricato los asfixiaron y necesitaron liquidez, echaron mano de parte de los dineros de la fundación. También se comprometieron recursos de los comedores en repos de Interbolsa. En resumen, los niños de bajos recursos le prestaron plata a la poderosa compañía. La pérdida de la fundación de calculó en ciento cincuenta millones de pesos, que, según se pudo estimar, correspondían a la alimentación de dos meses en los comedores”.
 
Víctor Maldonado era “en el momento de la caída del Grupo Interbolsa, el mayor accionista de esta compañía, con poco más del 30% de las acciones”. Socio de Juan Carlos Ortiz en algunas de las empresas que resultaron involucradas en el escándalo según la periodista “un obsesionado por ganar dinero, y donde veía la posibilidad de aumentar su riqueza, ahí estaba presente”.
 
 
Victor Maldonado. Foto: Dinero.com
 
 
Maldonado manejaba un bajo perfil ahora sobreexpuesto por cuenta del escándalo. Es un administrador de empresas con buen olfato para los negocios y en el año 1995, la revista Semana lo catalogó como ‹‹el más brillante estratega y ejecutor de la nueva generación››. Dueño de Foto Japón, Crem Helado y Jugos Country Hill hoy y gracias a su codicia la Superintendencia de Sociedades lo inhabilitó comercialmente por 10 años, es decir, “no podrá gerencia empresas, ser parte de juntas directivas, tomar créditos mercantiles, constituir sociedades, contratar obras públicas con el Estado ni realizar cotidianamente compra-venta de bienes, entre otros”.
 
Catalogado como una persona tacaña, dicen los que lo conocen “que a la hora de pagar las cuentas de un almuerzo o cena en el club, Víctor desaparecía”; “hasta le ponía candado al teléfono para que no lo usaran en exceso”. No obstante, si eso era así, para derrochar los dineros de terceros no existía tal estrechez, pues según afirma la periodista “constantemente pedía que le enviaran plata para su uso personal, incluso llegando a proponer cosas absurdas, como que le anticiparan dividendos o que la misma Interbolsa le prestara plata directamente”.
 
La investigación de la periodista vale la pena leerla porque nos aclara muchos otros detalles de los implicados y de los hechos relacionados con este escándalo tan nefasto para la confianza de los colombianos en el sistema financiero. Vale la pena leer el libro porque se trata de una investigación periodística bien hilvanada y coherente. Es tanta y tan compleja la información que sobre Interbolsa nos ha llegado por todos los medios de comunicación y durante todos los días de los dos últimos años qué, para comprenderla, bien vale la pena sacarle un tiempo al libro de la periodista Gloria Valencia.
Modificado por última vez en Viernes, 21 Noviembre 2014 14:49
Clara Patricia Montoya Parra

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