Resulta necesario que en el seno de la sociedad colombiana, y específicamente en los centros de formación de profesionales, se vuelva a hablar de ética, de moral, de valores y de principios.
Es un tema que infortunadamente se ha abandonado desde hace varios años, y a no dudarlo su ausencia tiene mucho que ver con los fenómenos de corrupción y delincuencia que de modo tan alarmante se han extendido en nuestro medio.
Ya a nadie preocupa, por ejemplo, que un médico, a sabiendas de su falta de preparación especializada, en desleal competencia con colegas suyos, practique cirugías estéticas a bajo precio, aunque ponga en peligro la salud y hasta la vida de sus pacientes. Como lo vimos la semana anterior, cuando, en un caso más que seguramente se quedará impune, falleció una joven modelo después de que le fuera practicada la liposucción.
En el campo del Derecho, todos los días nos avergüenza como abogados la conducta de ciertos profesionales que, carentes de argumentación jurídica, defienden los intereses de sus poderdantes a punta de sobornos, influencias políticas, trampas y procedimientos mañosos.
Otros prefieren disfrazar con la apariencia de la defensa penal sus verdaderas actividades de carácter delictivo, a favor de procesados. Por eso no extraña que un “jurista” visite en la cárcel a su prohijado, no para preparar los alegatos ante el juez de la causa, sino para llevarle, escondida en la suela de su zapato, una llave maestra para abrir esposas y facilitar la fuga del interno.
Ni se diga lo que ocurre en el campo de la política, en el cual la falta de ética -desde luego con excepciones muy honrosas- se ha convertido en uno de los componentes esenciales de la actividad. Y cuando uno se sorprende, le responden con desfachatez que “…así es la política”.
Lo mismo acontece en el ejercicio periodístico con mucha frecuencia, y también en materias de tanto influjo en la sociedad moderna como la publicidad.
Podríamos pasar revista a otras profesiones, y nos encontraríamos seguramente con incontables ejemplos acerca de cómo no deben ejercerse, pero se ejercen, por cuanto éste de la falta de ética, de valores y de principios, es un virus que afecta a todos los sectores dentro de la colectividad.
Frente a ello, no dudamos en afirmar que las familias, los colegios, las universidades y hasta las religiones tienen mucha responsabilidad.