Ha fallecido en Turín, a los 94 años, el jurista y filósofo italiano Norberto Bobbio, cuyos aportes a la doctrina del Derecho y la política en la segunda mitad del siglo XX fueron no solamente esenciales en su país sino insustituibles para la doctrina jurídica universal, como paradigma del equilibrio, la moderación y la pulcritud académica, que tanta falta hace hoy, en especial cuando se trata de los grandes debates ideológicos.
Defensor constante y profundo del concepto democrático y del esquema ideal del Estado de Derecho, Bobbio reconocía con claridad los linderos que separan a la izquierda de la derecha como concepciones políticas que no están llamadas a desaparecer, aunque se presenten situaciones de coincidencias ocasionales entre los extremos, o surjan tendencias divergentes en el interior de cada una.
Sin dudarlo, se mostraba inclinado a la izquierda y siempre fue catalogado como “liberal socialista”. En algún momento fue victima directa del fascismo y con gran contundencia se opuso a sus atropellos y excesos.
También fue definido su pensamiento en lo referente a la cuestión religiosa, respecto de la cual mantuvo una posición “laicista”, entendida como actitud crítica dentro de la libertad de conciencia y bajo la tesis de una adecuada distinción entre los asuntos eclesiales y los estatales, se negó siempre a aceptar que los dos campos se confundieran. No era la suya una prédica de ateísmo o anticlericalismo, sino el reflejo de un temperamento primordialmente racional, orientado hacia el análisis y la verificación de las afirmaciones y las doctrinas.
Norberto Bobbio fue igualmente defensor insobornable de los derechos humanos, cuyos orígenes y contenido conocía como pocos, y estimaba que un Estado, especialmente el democrático, no podía permanecer legítimamente constituido ignorándolos, recortándolos en su alcance o violándolos.
Formidable impulsor de la idea de justicia como fundamento del orden democrático, también proclamó la libertad como supuesto de aquélla.
Con la muerte de Bobbio, quién prefirió el reposado ámbito de la cátedra y la academia a las posibilidades de ascender en su patria a la Presidencia de la República, desaparece una de las últimas grandes voces de la cultura jurídica y de la deliberación política, como en estos días lo escribiera el italiano Gianni Vattimo.
Lo que se muestra como más valioso del ilustrado aporte de Bobbio a los estudios del Derecho y la política es, a mi juicio, su indeclinable vocación a afirmar las convicciones que profesaba, pero sobre la base de otorgar a sus afirmaciones fundamento teórico, conceptual y práctico, absteniéndose en lo posible de los juicios de valor.
Maestro de la duda y de la discusión, sus importantes escritos pueden ser objeto de controversia, pero siempre serán respetados, en razón de la pureza dialéctica que los distingue, y aunque en varios aspectos quien esto escribe difiere de sus enfoques, lamenta sinceramente la partida de un gran profesor.