Es indudable la actual tendencia, en numerosos países del mundo, a la abolición de la pena capital.
En Estados Unidos, en donde por virtud de una sentencia del Tribunal Supremo se autorizó desde 1976 con carácter general, el número de ejecuciones ha venido disminuyendo, y en 2007 se llegó al nivel más bajo desde 1994: 42 ejecuciones, de las 1099 que han tenido lugar a partir de 1976.
En el Estado de New Jersey acaba de ser suprimida la pena de muerte, y sustituida por la cadena perpetua, según anunció el 17 de diciembre el Gobernador Joe Corzine, después de conmutar la sentencia a 8 reos que esperaban la ejecución.
El 18 de diciembre, la Asamblea General de las Naciones Unidas, por 104 votos a favor, 54 en contra y 29 abstenciones, profirió la resolución mediante la cual formula un urgente llamado a los Estados miembros que mantienen la pena capital a suspender las ejecuciones, con miras a su abolición, en lo que se ha conocido como la moratoria de la pena muerte.
Ya el 1 de febrero de 2007 en Bruselas, el Parlamento Europeo había pedido la moratoria universal sobre las ejecuciones, también buscando la abolición de esta forma salvaje de administrar justicia.
El Vaticano, a través de su portavoz, el jesuita Federico Lombardi, ha expresado su satisfacción por la resolución en los siguientes términos: “Es un evento muy positivo, que manifiesta que aunque perdura tanta violencia en el mundo, en la familia humana aumenta la conciencia por el valor de la vida, la dignidad de la persona, la concepción no vengativa de la pena y la búsqueda de una justicia cada vez más respetuosa de los derechos humanos y que rechaza la solución violenta para arreglar los problemas de la sociedad”.
Para Romano Prodi, cabeza del Gobierno italiano, “… se trata de una jornada histórica y motivo de orgullo para Italia, que ha sido la primera en promover esta iniciativa, que después se ha transformado en una gran coalición internacional por el derecho y la dignidad de las personas”.
En ello está de acuerdo Silvio Berlusconi, líder de la oposición, quien ha expresado su alegría por el acto de Naciones Unidas, afirmando que culmina así en su primera etapa una larga batalla iniciada desde 1994. “Es una victoria histórica para todos”, afirmó Berlusconi.
Ivonne Terlingen, representante de Amnistía Internacional en la ONU, describió la votación como un paso histórico.
Si bien los términos de la resolución no son obligatorios, sino que constituyen una exhortación a los Estados miembros, el hecho de que provenga de 104 Estados abolicionistas otorga a esa manifestación una enorme fuerza.
La pena de muerte es un recurso ineficaz para impedir o erradicar el delito, o para prevenirlo, y en cambio el Estado dispone de la vida humana, muchas veces sobre la base del error judicial. Nos identificamos con el llamado de Naciones Unidas.