NOVELA Y REALIDAD

19 May 2010
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Se ha presentado en Bogotá, en el Centro Cultural Gabriel García Márquez, la obra titulada “LA INOCENCIA EN EL SEPULCRO, una historia de falsos positivos”, escrita por Germán Calderón España, abogado constitucionalista, quien esta vez ha resuelto expresar su visión jurídica sobre esos crímenes de lesa humanidad a través de una novela. Desde luego, sin perder de vista la Constitución y sin olvidar el Derecho Internacional Humanitario.

 

En esa tendencia colombiana a suavizar las palabras para que los conceptos no suenen tan bruscos, se ha denominado “falsos positivos” a los más atroces crímenes cometidos en nuestro suelo por parte de miembros de la Fuerza Pública contra seres inocentes, llevados al lugar de su sacrificio con engaños y señuelos.

 

Lo contrario del crimen, la tan anhelada paz  -una genuina paz-, que de ninguna manera puede asegurarse a través de conductas tan vergonzosas como esas  -las cuales tuvieron origen en la obsesión oficial de mostrar resultados, y ello vino a estimular en los subalternos instintos asesinos- es lo que Calderón España prohija en su novela. Y considera que se logra en buena parte, a través de la aplicación del Derecho y la justicia. Esta se realiza en la trama de su novela, aunque en la vida real los jueces y fiscales dejan vencer los términos en los procesos por falsos positivos.

 

Un poema corto pero muy elocuente del colombiano Carlos Castro Saavedra encabeza, a manera de prólogo, la obra de Calderón España:

“CAMINO DE LA PATRIA

Cuando se pueda andar por las aldeas y los pueblos sin ángel de la guarda.

Cuando sean más claros los caminos y brillen más las vidas que las armas.

Cuando en el trigo nazcan amapolas y nadie diga que la tierra sangra.

Cuando los tejedores de sudarios oigan llorar a Dios entre sus almas.

Cuando la sombra que hacen las banderas sea una sombra honesta y no una charca.

Cuando la libertad entre a las casas con el pan diario, con su hermosa carta.

Cuando la espada que usa la justicia aunque desnuda, se conserve casta.

Cuando reyes y siervos junto al fuego, fuego sean de amor y de esperanza.

Cuando el vino excesivo se derrame y entre las copas viudas se reparta.

Cuando el pueblo se encuentre y con sus manos teja él mismo sus sueños y su manta.

Cuando de noche, grupos de fusiles no despierten al hijo con su habla.

Cuando al mirar la madre no se sienta dolor en la mirada y en el alma.

Cuando en lugar de sangre por el campo corran caballos, flores sobre el agua.

Cuando la paz recobre su paloma y acudan los vecinos a mirarla.

Cuando el amor sacuda las cadenas y le nazcan dos alas en la espalda.

Sólo en aquella hora podrá el hombre decir que tiene patria!”

 

Nada de esto se consigue cuando la seguridad se convierte en apariencia, y menos cuando esa apariencia es realzada por la mentira y por el crimen.

Modificado por última vez en Sábado, 28 Junio 2014 20:16
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