TORTURAS EN GUANTÁNAMO

26 Abr 2011
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La divulgación por WiliLeaks de por lo menos 750 documentos reservados acerca de las torturas practicadas en Guantánamo ha dejado en evidencia de una manera incontrovertible lo que todo el mundo sabía pero que el Gobierno norteamericano se afanaba en atenuar: que en la prisión de Guantánamo se atormentaba a los prisioneros; que se les aplicaban torturas en distintas modalidades; que se los ultrajaba; que se los humillaba, y que, en fin, allí se violaban los derechos humanos sin contemplaciones.

 

Es claro que para Bush, sus cercanos colaboradores y los militares norteamericanos con sede en Guantánamo, lo de menos era el respeto a la dignidad humana, y la consideración por los derechos básicos de los reclusos. Todo con el pretexto de juzgar y sancionar a los sospechosos de terrorismo.

 

Se ha descubierto ahora, sin embargo, que no todos los presos han sido sindicados de terrorismo, y que por tanto allí hay personas completamente ajenas a ese delito, que nada tuvieron que ver con la “Yijad” ni con los ataques del 11 de septiembre.

 

Lo que se encuentra en los documentos filtrados es verdaderamente grave para un país que se precia de ser altamente respetuoso de la dignidad humana y de sus derechos fundamentales, y que, más todavía, ha asumido por cuenta propia la competencia para calificar a los demás Estados respecto a la protección y defensa de esos mismos derechos que viola en Guantánamo.

 

Sin ir más lejos, en el caso de Colombia, los Estados Unidos se han dado el lujo de poner en tela de juicio la política de nuestros gobiernos en la materia, o de reconocer, como lo hizo recientemente la Secretaria de Estado Hillary Clinton, que las cosas han mejorado sobre el particular en los últimos meses. O de exigir compromisos a nuestro Gobierno en relación con los derechos humanos, como condición para aprobar el TLC.

 

Pero, ¿quién nos califica?; ¿quién tiene, entonces, autoridad moral para proclamar si en nuestros países respetamos o no los derechos humanos?

 

Es bastante incomoda, por otro lado, la situación para el Presidente Barack Obama, una de cuyas promesas de campaña a la que debió en buena parte su elección, consistió precisamente en el cierre de la prisión de Guantánamo, objetivo en el que ha fracasado estruendosamente.

 

¿Qué irá a decir ahora? ¿Solamente irá a lamentar, ya no las torturas sino las filtraciones?

 

Modificado por última vez en Sábado, 28 Junio 2014 20:16
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