POR: AMELIE
Oscar Figueroa. Foto tomada de eltiempo.com
El triunfo del deportista, afrocolombiano y victima del desplazamiento forzado Oscar Figueroa es de aquellos que por su gran contenido simbólico y su fuerza emotiva nos dejan sin aliento.
Cada vez que desde la mirada de espectadores vemos a nuestros deportistas triunfar, sabemos que esa victoria envuelve mucho más que un momento de gloria tras un pasado de mérito deportivo, si hay algo que no podemos ignorar es que detrás de cada gran deportista, por lo general, se oculta una historia de un inconmensurable esfuerzo personal y familiar, de un pasado de pobreza y dolor, y de una vida singular.
En este sentido Oscar no sólo le ha arrebatado una medalla de plata a los olímpicos dejando en alto el nombre del país, además, este loable deportista le ha dado una dura batalla a la vida, en la que la medalla de ayer es apenas su último triunfo, que requería para que se produjera, que Oscar ya fuese un ganador en su proyecto vital.
En efecto, Oscar en un ejemplo emblemático de resiliencia, de esa extraña capacidad que poseen ciertas personas, gracias al liderazgo positivo que alguien sembró en ellos, su madre, un profesor, un amigo, de surgir teniendo todo en su contra. Porque desarrollar una vida como deportista de alto rendimiento, derrotando todos los pronósticos que nutricionistas, sociólogos y psicólogos auguran a los niños surgidos de contextos de pobreza, a lo que se suma una historia previa de desplazamiento forzado, nos muestra que la carga de salir adelante era mucho más pesada que los 177 kilos que levantó en su nuevo record olímpico.
El Valle del Cauca, el departamento que tantas glorias nos ha dado gracias a su política de apoyo al deporte, aún insuficiente pero continua, nos pone de presente que la inversión en cultura, educación y deporte –CED- nunca es una mala inversión y que los afrocolombianos, allí donde se les da una oportunidad, florecen. Oscar, en su tercer intento, al traspasar esa delgada, frágil y coyuntural línea que separa el fracaso de la gloria, con su empeño y fortaleza en ese sufrido segundo de resistencia, nos dio un ejemplo de vida en que persistir es conseguir, pero los éxitos personales, nos son dignos de apropiación por un estado que pone a mendigar a los deportistas, así que señores gobernantes, ahórrense el papelón de sacar pecho.