POR OCTAVIO QUINTERO
El Presidente Juan Manuel Santos. Foto tomada de El Liberal
La administración Santos parece haber entrado en una de esas que llaman “caída libre” de la cual solo el porrazo puede detenerla. Aunque no se crea con fe de carbonero en las encuestas, ellas son como las brujas: que las hay, las hay.
Las última “Gran Encuesta Colombia Opina”, de la alianza de medios RCN radio y televisión y la revista Semana, realizada por Ipsos Napoleón Franco, refleja el mal momento del presidente Santos. En su segundo año de gobierno ha caído 33 puntos, de un techo de 80 por ciento de popularidad a un piso de 47.
La lectura de encuestas es discutible desde todas partes, pues, hace parte de ese mundo de la subjetividad en donde cada quien puede tener la razón mientras no se le demuestre lo contrario.
Unos dicen que la caída de imagen del Presidente obedece a la ascendente oposición abierta que le viene destapando el expresidente Uribe, y en parte podrían tener razón porque frente a la caída de Santos se observa una ligera ascendencia en la imagen pública de Uribe.
Esta interpretación no deja de tener su veneno, pues, de persistir, no está lejano el día en que se crea que la solución sería el retorno al poder del controvertido y cuestionado expresidente.
Pero podrían hacerse otras lecturas de la descaecida imagen del Presidente, quizás con mayor lógica: por ejemplo, el tema del desempleo que ocupa el primer lugar en relación con los principales problemas que se presentan en el país, o la prolongada crisis de la salud que parece desbordar la capacidad institucional para enfrentarla, podrían ser puntos en contra que no tienen nada que ver con una oposición política determinada sino, simple y llanamente, con el mal gobierno.
Y si a esto se le suma el escándalo suscitado en torno de la reforma a la Justicia, eso y otras arandelas no menos gruesas, se han convertido en un lastre que difícilmente podrá descargar a tiempo el gobierno para volver a tomar vuelo en busca de la reelección.
Abriéndose ya el debate presidencial, podría preguntarse, parodiando en su momento al expresidente López Michelsen: ¿Si no es Santos, quién?
De su séquito la mayor opción la tiene el ministro de Vivienda, Germán Vargas Lleras, quien, aparte de llevar del bulto actualmente del mal gobierno, depende, a su vez, de que le funcione su programa de vivienda gratis.
De la izquierda, por ahí una reciente encuesta dijo que la opción más acendrada en la gente es la del exalcalde Lucho Garzón, pero esto parece más un chiste de café que una realidad política. Pero diciente sí fue, la reciente aparición en los medios el excandidato, Carlos Gaviria, anunciando “la sorpresa” de una gran carta de la izquierda que parece apuntar más que a él mismo, al combatiente senador, Jorge Enrique Robledo.
Y por la derecha, pues, a nadie le queda duda que el as es Uribe de quien se dice encabezará una lista al senado por su nuevo movimiento político “Puro Centro Democrático” que de resultar exitosa llegaría con un candidato de bolsillo a la Presidencia (¿Fernando Londoño Hoyos?) si es que definitivamente no se allana el camino a un tercer mandato del mismo expresidente.
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Fin de folio: entre las fuerzas disyuntivas Santos/Uribe, las próximas elecciones van a ser como en esas apuestas amañadas en donde con cara pierde uno y con sello gana el otro.