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Ahhh! Descansamos: Santoyo no es un incómodo (para EE.UU) narcotraficante, sino un inmundo (para los colombianos) paramilitar.

 

Tranquilos: Ahora se espera con menos tensión el proceso que se le sigue al insigne oficial en Estados Unidos.

 

Así como en su momento, cuando se tuvieron los primeros indicios de sus andanzas no se detuvo el avance del policía a general, ahora tampoco nadie hace nada por pedir en extradición al general Santoyo para juzgarlo por los delitos de paramilitar confeso, todos inscritos en ese calificativo de atroces porque   tienen en común que se comenten con premeditación y sevicia.

 

Descansemos… pues: el general no enviaba kilos de coca a Estados Unidos sino montones de cadáveres de colombianos indeseables a fosas comunes.

 

También podemos descansar en paz, pues, la BHP Billiton no seguirá robando el nique de Cerro Matoso, ni envenenando a la población campesina. Si corrige esas peñas anomalías, el Estado está presto a renovarle el contrato… ¡Qué carajos!

 

El general Santoyo y la multinacional minera, tienen algo en común: ambos han pasado por largos años como insignias de un país de mediocres en donde nadie vio nada… desde presidentes hacia abajo.

 

Ni Santoyo perderá sus galones ni la Billiton su contrato ni nadie responderá por sus fechorías. Aquí lo lamentable es que la gente se haya dado cuenta de esto. Pero eso también pasará porque los mediocres no son solo los que dirigen al país sino, y principalmente, los que se dejan dirigir.