POR OCTAVIO QUINTERO
“La Paz perpetua”
El MetroCable de Medellín: póngale la firma
Si la paz es un estado del alma, las inversiones en obras de largo alcance social debieran contribuir a generar un ambiente de paz sustentable y sostenible en el largo plazo.
¿Por qué lucha la gente?
Bueno, todo ser vivo lucha, en primer lugar, por sobrevivir y, tratándose del ser humano, después de ganar esta primera batalla, sigue luchando por alcanzar una vida digna, tras lo cual, su lucha no cesa porque siempre quiere más…
La paz, en el escenario humano, resulta una utopía. Siempre habrá discordias entre las distintas clases sociales (bajas, medias y altas), o entre los distintos niveles directivos de la sociedad en los ámbitos del poder público o privado.
Podría decirse que esta es la forma social de avanzar hacia el infinito de la utopía de la “Paz perpetua”, de la que habla Kant, al considerar que el estado natural de convivencia no es la paz sino la guerra.
(…) “Por esto, la paz es algo que debe ser ‘implantado’; porque no alcanza con no romper las hostilidades para asegurar la paz, y si quienes viven juntos no se dan mutuas seguridades, puede ocurrir que cada uno quiera algo del otro, lo juzgue, y en caso de obtener una negativa, lo tome como adversario”…
Por eso creemos, quienes defendemos eso que llamamos “justicia social” (dar tratamiento desigual a desiguales), que en la medida en que la sociedad se vaya estableciendo con menores diferencias entre una clase y otra; o con menores privilegios entre los mismos poderes establecidos de gobierno, menor riesgo habrá de que se causen guerras hacia el futuro.
A este planteamiento se le llama en términos políticos “democracia” (una clase de gobierno dada o generada en el poder del pueblo), que en el concepto de Churchill, si bien no es lo mejor, es lo menos malo de todas las demás formas de gobierno conocidas.
La moderna interpretación de esta concepción democrática podría ser que, en el proceso de la corrupción de todo poder (“El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”: Lord Acton), la forma de gobierno de más lenta corrupción en el tiempo de Churchill, era la democrática. Claro, era la forma de gobierno más joven del momento conocida, en comparación con las monarquías y dictaduras de la época, ya corrompidas.
Ya lejos en el tiempo en que Churchill dijo esto (1947), debe suponerse que la democracia se encuentra al borde de su nivel de incompetencia (en el Principio de Peter) y, por tanto, resultaría indispensable buscar otra forma de gobierno menos corrompida que, quizás, es lo que está generando tanta indignación mundial.
Resulta evidente que la democracia a los países del Tercer Mundo llegó del Primer Mundo, ya corrompida, en el sentido en que fue el poder económico y no el poder del pueblo el que la implantó. Y claro, la lucha de clases, desde entonces, ha sido la constante.
Avanzar en un proceso de paz, y pongamos como escenario a Colombia, es explorar una nueva forma de gobierno que vaya más allá de esa fementida democracia; que le arranque el poder a las clases dominantes e implante un sistema de gobierno con equidad social. Llámese como se llame el nuevo sistema político (“Prosperidad para todos”, podría ser), es lo que hay que encontrar para asegurar, en términos de Kant, que en adelante, los colombianos no nos sigamos tomando como adversarios.
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Fin de folio: un ejemplo puntal de que la paz es un estado del alma, es la paz social que bajo el título: El milagro del MetroCable, acaba de divulgar El Colombiano, de Medellín.