POR JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO
La atención del país y de varios países del mundo está concentrada en la instalación de la mesa de negociación entre los representantes del gobierno colombiano y los delegados de las Farc en Oslo -Noruega-.
Las primeras manifestaciones de las partes, conocidas en la mañana de hoy y contenidas en los discursos inaugurales de Humberto de la Calle, a nombre del Ejecutivo y de Iván Márquez por la guerrilla, permiten abrigar esperanzas en cuanto a la seriedad del proceso.
Con la determinación del 5 de noviembre como fecha de partida de los diálogos en La Habana, y del 15 del mismo mes para abordar el tema de la cuestión agraria bajo una perspectiva integral, se han dado pasos firmes orientados a obtener resultados concretos.
Desde luego, sería deseable que las Farc reconocieran que este es un proceso de justicia transicional en la que forzosamente se debe partir de postulados básicos como la verdad, la justicia, la reparación y la garantía de no repetir las conductas delictivas atroces ni los crímenes de lesa humanidad.
Y que de parte del Estado también exista la voluntad de hacer realidad el Estado Social de Derecho -hasta ahora teórico y lejano- y el propósito sincero de emprender acciones verdaderamente orientadas a lograr lo que todos queremos ver realizado: la paz, desde luego, pero con justicia social efectiva y palpable. De lo contario, tanto los delegados como el país hemos perdido y seguiremos perdiendo el tiempo.