POR OCTAVIO QUINTERO
El presidente François Hollande, a solo cinco meses de administración, propone una reforma tributaria como la quisiéramos en Colombia: más impuestos a los ricos y menos cargas a los pobres.
Eso fue lo que prometió Hollande en su campaña, y piensa cumplirlo. Y los grandes medios de comunicación intentan ahora echarle el mundo encima. Inclusive, en una inamistosa declaración, el Premier inglés acaba de decir que tenderá tapete rojo para recibir a todos los ricos que quieran abandonar Francia. Con amigos así, para qué enemigos…
Es posible que la imagen pública del presidente Hollande tienda a debilitarse en desarrollo de este debate (Semana.com).
Cumplir las promesas de campaña no es nuestro estilo en Colombia. Santos dijo en el célebre debate público con sus contrincantes que no impondría más impuestos y Mockus le replicó: “ojalá escriba esa declaración en letras de mármol”.
Pero, a pesar de que ha incumplido su promesa de no imponer nuevas cargas tributarias, en Colombia la imagen del presidente Santos está arriba. Es decir, la imagen de Hollande podría caer porque piensa cumplir lo que prometió, y la de Santos sube porque no cumplió lo que prometió.
¿Donde está la explicación de la paradoja? Simple: en la manipulación de los grandes medios de información que tanto en Francia como en Colombia están en poder del gran capital y han dado la orden de atacar a uno y ensalzar al otro.
La manipulación de la opinión pública que los grandes medios al servicio del gran capital orientan a su antojo, tiene cerca a nosotros un gran ejemplo: Venezuela…
Dese por seguro que si el presidente Chávez hubiera seguido la línea neoliberal que predominó en los tiempos de Caldera y Carlos Andrés Pérez, sería –así lo estaría pregonando la gran prensa asociada a la SIP- un gran presidente, como Uribe o Santos en Colombia, también por ejemplo.
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Fin de folio: En varias oportunidades hemos insistido en que no es lo mismo opinión pública que opinión popular. La pública es la que tiene el privilegio de expresarse cotidiana y profusamente a través de los grandes medios de comunicación. La popular es esa que acallan cuando no les conviene. Y son esos mismos medios los que se encargan de fundir en una sola idea opinión pública y opinión popular, simplemente para hacer que la gente siga creyendo que cuando “Roma locuta, causa finita”…