POR JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO
Columna breve
Foto de: elementosdejuicio.com.co
Sigue adelante el paseo de la muerte, a las puertas mismas de las entidades autorizadas por la fatídica Ley 100 de 1993 para prestar a los colombianos los servicios de salud.
La pésima atención a los usuarios. Las colas interminables. La dictadura de los funcionarios y funcionarias de ventanilla. El descuido generalizado en muchas empresas prestadoras de tales servicios. La tendencia a restringir por razones económicas la actividad de los médicos en la formulación de los medicamentos que requieren los pacientes. La tramitomanía en las EPS y las IPS, que, aplicando un concepto inhumano, se hace prevalecer sobre la obligación de asistencia inmediata en casos de urgencia. La desviación de los recursos de la salud a finalidades distintas. La falta absoluta de sensibilidad de los funcionarios con el dolor de los pacientes y usuarios. La exigencia de fallos de tutela concedidos para que el usuario tenga acceso a medicamentos, terapias, tratamientos e intervenciones quirúrgicas.
La gente está cansada de esos males, y busca ser oída por el Gobierno y el Congreso para que de una vez por todas se programe un nuevo sistema de salud en Colombia, que sustituya por completo -no con reformas cosméticas sino mediante derogatoria expresa- la Ley 100 de 1993 y sus decretos reglamentarios.
Las deficiencias del sistema de salud, que también son formas de violencia, están causando muchos muertos y generando tensiones sociales de magnitud incalculable.