POR OCTAVIO QUINTERO
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“Me queda la sensación de que es muy difícil negociar con quien no tiene representatividad”, dijo la ministra de Justicia, Luz Stella Correa a los periodistas, tras anunciar “el fin del paro judicial”.
En la correspondiente información del día siguiente, El periódico El Satélite (Periodicoelsatelite.webnode), destacó la apreciación de la ministra diciendo que se trataba de una “frase lapidaria” que ameritaba una reflexión aparte.
No pasaron muchas horas sin que la duda se resolviera: era que el acuerdo que se había logrado no contaba con el respaldo de la totalidad de líderes sindicales que andan involucrados en este movimiento, justificado por muchos, que pasa del mes y va para más.
Más allá de las buenas razones que aducen los trabajadores y empleados de la justicia –unos 45.000, dicen las estadísticas-, lo que nos deja también como reflexión el asunto es la crisis sindical que de tiempo atrás se registra en Colombia.
Hablando en cifras redondas, el país tiene una fuerza laboral activa de unos 20 millones de trabajadores, de los cuales, no llega al millón el número de sindicalizados. En términos porcentuales, las ahora mal llamadas “Centrales Obreras”: CGT/CUT, que son las que más suenan en los medios, no pasan de congregar en su seno a menos de un lánguido 5% de la fuerza laboral.
Si la ministra de Justicia dijo que “es muy difícil negociar con quien no tiene representatividad”, ¿qué no podrían decir sobre lo mismo los trabajadores colombianos? A ellos sí que les resulta difícil negociar sus intereses laborales, representados por unas centrales obreras que, según la ministra, no tienen representatividad.
La CGT (Julio Roberto Gómez) y la CUT (Domingo Tovar) viven más pendientes de la foto con el Ministro en la también mal llamada “Mesa de Concertación Laboral” que año tras año no llega a ninguna concertación sobre el Salario Mínimo, que de buscar y encontrar una nueva alternativa de defensa de los trabajadores frente a los cada vez más poderosos y ostentosos voceros empresariales (Luis Carlos Villegas, presidente de la ANDI), por ejemplo.
Y también por ejemplo, si el presidente Santos incluyó en la mesa de negociación de la Paz a este hombre ¿por qué no se incluyó a un representante de los trabajadores? ¿Es que los trabajadores no tienen velas en ese entierro? Ah, es para que se vea que los líderes sindicales de Colombia andan en otros cuentos distintos a su función natural como, un ejemplo más, aupar, como hace la CGT, todas las sandeces del gobierno colombiano ante la OIT, también año tras año en Ginebra.
Dándole la vuelta a la frase de la ministra, y cerrando como debe ser con el tema judicial que dio palique a esta nota, podría decirse que en el seno de la dirigencia sindical de los trabajadores y empleados de la rama judicial se conserva la llama de una auténtica representación laboral con la que resulta “muy difícil negociar” esos vanos acuerdos laborales que, cuando se logran, lo más común es que no se cumplan. Y para el caso, el mismo ejemplo de la ley de 1992 sobre nivelación salarial que, tras 20 años de haber sido expedida, no se ha cumplido y cuyo acuerdo, anunciado por la Ministra como “Fin del paro judicial”, es que se le dé más plazo al gobierno para ahora sí cumplirla.