Es una manifestación de voluntad emitida con el fin de hacer nacer una obligación, de producir efectos jurídicos; especialmente en el tipo de actos jurídicos que son los contratos, se trata muy específicamente de hacer que nazca, que se produzca de ahí en adelante una obligación. En efecto, la ley –o sea el derecho objetivo-, toma esa manifestación de voluntad y declara que produce el efecto que las partes han querido producir, el acreedor y el deudor se han entendido para hacer que entre ellos nazca una obligación determinada y el derecho la recoge para decir: el efecto que ustedes han querido producir, es un efecto jurídico protegido por la Ley.