El rechazo a la anunciada demanda de reparación directa que entablaría Ingrid Betancourt ha sido tan generalizado como lo fue el repudio a su secuestro.
Esto sucede así por cuanto, con independencia de si la acción está o no llamada a prosperar –lo que únicamente definirán los tribunales, previo examen de los pormenores del caso-, la gente no es boba, y sin necesidad de mayores estudios jurídicos, llega con prontitud a sus propias conclusiones y no le cree a alguien que solicita audiencia de conciliación para pedir quince mil millones de pesos y a la vez aparece en la televisión afirmando que se trata de una cantidad simbólica, no para ella sino para los otros ex secuestrados, y que adora al Ejército colombiano.
No vamos a caer en la atrevida práctica de fallar mediante columna periodística, ya que ello no nos corresponde. Pero sí podemos consignar algunas opiniones sobre el tema:
-¿Por qué Ingrid presenta la solicitud de conciliación, paso necesario y requisito de procedibilidad para demandar, y después expresa que jamás pensó en ello? ¿No es mejor la sinceridad?
-Si lo que Ingrid quería era ventilar públicamente cuáles fueron las circunstancias del plagio, nadie entiende la razón para hacerlo tras dos años de su libertad –lograda por el Estado-, habiendo tenido acceso en ese tiempo –y como nadie- a todos los medios de comunicación, tanto nacionales como internacionales.
-Si tal era su intención, no se ve el motivo para disfrazarla, cuando con toda legitimidad habría podido lograr un examen minucioso de los hechos y antecedentes del caso. Claro está, sin negar que firmó lo que firmó, y sin olvidar que en el momento de adentrarse en la selva proclamó que lo hacía por su cuenta y riesgo, y con advertencias oficiales de sobra acerca del peligro que corría.
-Si el propósito era el de buscar indemnización para compañeros suyos de secuestro, resulta extraño que la solicitud la haya presentado a la Procuraduría en su propio nombre y en el de su familia, sin mencionar a nadie más. Entre otras cosas, en este evento ella carecía de legitimación en la causa. Además, cada cual puede presentar, si quiere, su específico reclamo, sin necesidad de acudir a la demanda de otro. Los casos no son iguales.
-Y lo más exótico: según Ingrid, los “únicos culpables” de su secuestro son las FARC. Entonces, ¿por qué demanda al Estado?
En fin, contradicciones y actitudes inexplicables.