“Entre Dios y los varones justos hay una cierta amistad unida, mediante la virtud: y cuando dice amistad, debiera decir una estrecha familiaridad, y aun una cierta semejanza; porque el hombre bueno se diferencia de Dios en el tiempo, siendo discípulo e imitador suyo; porque aquel magnífico padre, que no es blando recaudador de virtudes, cría con más aspereza a los buenos, como lo hacen los severos padres. Por lo cual cuando vieres que los varones justos y amados de Dios padecen trabajos y fatigas, y que caminan cuesta arriba y que al contrario los malos están lozanos y abundantes de deleite, persuádete a que al modo que nos agrada la modestia de los hijos, y nos deleita la licencia de los esclavos nacidos en casa, y a los primeros enfrenamos con melancólico recogimiento, y en los otros alentamos la desenvoltura; así hace lo mismo Dios, no teniendo en deleites al varón bueno, de quien hace experiencias para que se haga duro, porque le prepara para sí. (…)
Sábete, pues, que los varones buenos han de hacer lo mismo, sin temer lo áspero y difícil y sin dar quejas de la fortuna. Atribuyan a bien todo lo que les sucediere, conviértanlo en bien, pues no está la monta en lo que se sufre, sino en el denuedo con que se sufre. (…)
¿No consideras cuán diferentemente perdonan los padres que las madres? Ellos quieren que sus hijos se ejerciten en los estudios sin consentirles ociosidad, ni aun en los días feriados, sacándoles tal vez el sudor y tal vez las lágrimas; pero las madres procuran meterlos en su seno y detenerlos a la sombra, sin que jamás lloren, sin que se entristezcan y sin que trabajen. Dios tiene para con los buenos, ánimo paternal, y cuando más apretadamente los ama, los fatiga, ya con obras, ya con dolores y ya con pérdidas, para que con esto cobren verdadero esfuerzo. Los que están cebados en la pereza desmayan, no sólo con el trabajo, sino también con el peso, desfalleciendo con su misma carga. (…)
Entre muchas magníficas sentencias de nuestro Demetrio hay ésta, que es en mí fresca, porque resuena aún en mis oídos. «Para mí, decía, ninguno me parece más infeliz que aquel a quien jamás sucedió cosa adversa»; porque a este tal nunca se le permitió hacer experiencia de sí, habiéndole sucedido todas las cosas conforme a su deseo, y muchas aun antes de desearlas. Mal concepto hicieron los dioses de éste; tuviéronle por indigno de que alguna vez pudiese vencer a la fortuna, porque ella huye de todos los flojos, diciendo: « ¿Para qué he de tener yo a éste por contrario? Al punto rendirá las armas; para con él no es necesaria toda mi potencia; con sólo una ligera amenaza huirá; no tiene valor para esperar mi vista; búsquese otro con quien pueda yo venir a las manos, porque me desdeño encontrarme con hombre que está pronto a dejarse vencer.» (…)
Lo mismo puedo decir al varón bueno, si algún dificultoso caso no le dio ocasión en que poder demostrar la valentía de su ánimo. Júzgote por desgraciado si nunca lo fuiste: pasaste la vida sin tener contrario; nadie (ni aun tú mismo) conocerá hasta dónde alcanzan tus fuerzas; porque para tener noticia de sí es necesaria alguna prueba, pues nadie alcanza a conocer lo que puede sino es probándolo.(...)
Al piloto conocerás en la tormenta, y al soldado en la batalla. (…)
El soldado bisoño con sólo el temor de las heridas se espanta; mas el antiguo con audacia mira su propia sangre, porque sabe que muchas veces después de haberla derramado ha conseguido victoria. Así que Dios endurece, reconoce y ejercita a los que ama; y al contrario a los que parece que halaga y a los que perdona los reserva para venideros males. Por lo cual erráis si os persuadís que hay algún privilegiado, pues también le vendrá su parte de trabajo al que ha sido mucho tiempo dichoso: porque lo que parece está olvidado, no es sino dilatado. ¿Por qué aflige Dios a cualquier bueno con enfermedades, con llantos y con descomodidades? ¿Por qué en los ejércitos se encargan las más peligrosas empresas a los más fuertes? (…)
La continuación de los peligros engendra desprecio de ellos: por esta razón los cuerpos de los marineros son duros para sufrir los trabajos del mar, y los labradores tienen las manos ásperas, y los brazos de los soldados son más aptos para tirar los dardos”.
Muerte de Séneca. Pintura de Peter Paul Rubens.
Lucio Anneo Séneca. Filósofo, político, orador y escritor romano conocido por sus obras moralistas. Fue tutor y consejero del emperador Nerón. Representante del estoicismo y moralismo romano tras la decadencia de la república romana. Se destacó como orador y escritor. En épocas del emperador Calígula llegó a ser el principal orador del Senado lo que le trajo gran envidia de Cesar quien, cuenta el historiador Dión Casio, ordenó su ejecución. La vida le fue perdonada por la influencia de una amiga cercana de Calígula que le afirmó que Séneca pronto moriría de tuberculosis (Seneca padecía de asma). No obstante, el acoso sufrido por cuenta del emperador, lo obligó a separarse de la vida pública.
La esposa del Emperador Claudio que sucedió a Calígula en el trono, Valeria Mesalina, también le temía por su gran inteligencia y su capacidad de influir en el Senado y conspiró para que Seneca fuera desterrado a Córcega, donde permaneció 8 años.
Agripina, que reemplazó a Mesalina como esposa del Emperador Claudio, consiguió el perdón imperial para Séneca, quien regresó a Roma. El filósofo fue nombrado tutor del futuro emperador, Nerón.
El inexperto emperador atendió en un comienzo los consejos de su valioso consejero, a quien tenía en alta estima; pero una vez creció, comenzó a desembarazarse de la influencia de Séneca y atender los consejos de aliados que ambicionaban ocupar el lugar privilegiado que Séneca tenía sobre el emperador. Para ese cometido Séneca fue desprestigiado y acusado de múltiples y ridículos delitos como ser adulador en sus escritos.
Según la historia, Agripina fue asesinada por su hijo Nerón y Séneca tuvo que proteger al emperador de las graves acusaciones. No obstante, esta postura del filósofo, fue muy criticada con posterioridad y por este hecho fue acusado por algunos historiadores de hipócrita.
Posteriormente, el Emperador Nerón fue objeto de una conspiración fracasada para derrocarlo e influenciado por enemigos del filósofo Séneca –sin pruebas- lo condenó a muerte por considerar que había hecho parte de la conjura llamada la “Conjura de Pisón contra Nerón”.
Séneca, sabiendo que Nerón lo mataría con crueldad, decidió abrirse las venas de los brazos y las piernas el mismo día en el cual le notificaron la orden imperial. No logrando su muerte, solicitó la cicuta (veneno griego) para beber y finalmente fue llevado a un baño caliente, donde el vapor lo asfixió, víctima del asma que padecía.