Reflexión Destacado

01 Oct 2015
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“Ando buscando con cuidado alguna cosa que yo juzgue ser buena para el uso y no para la ostentación; porque éstas que se miran con cuidado y nos hacen detener mostrándolas los unos a los otros con admiración, aunque en lo exterior tienen resplandor, son en lo interior miserables. Busquemos algo que sea bueno, no en la apariencia, sino sólido y macizo, y en la parte interior hermoso. Alcancémoslo, que no está muy lejos (…) Será, pues, bienaventuranza la vida en lo natural que se conformare con su naturaleza; lo cual no se podrá conseguir si primero no está el ánimo sano y con perpetua posesión de salud. Conviene que sea vehemente, fuerte, gallardo, sufridor, y que sepa ajustarse a los tiempos, siendo circunspecto en sí y en todo lo que le tocare, pero sin demasía. Ha de ser asimismo diligente en todas las cosas que instruye la vida, usando de los bienes de la fortuna sin causar admiración a otros y sin ser esclavo de ella. Y aunque yo no lo añada, sabes tú que a esto se seguirá una perpetua tranquilidad y libertad, dando de mano a las cosas que nos alteran o atemorizan; porque en lugar de los deleites y las demás cosas que en los mismos vicios son pequeñas, frágiles y dañosas, sucederá una grande alegría incontrastable, una paz acompañada de concordia de ánimo y una grandeza adornada de mansedumbre; porque todo lo que es fiereza se origina de enfermedad. (…) Quiero, pues, que llamemos bienaventurado al hombre que no tiene por mal o por bien sino el tener bueno o malo el ánimo, y al que siendo venerador de lo bueno y estando contento con la virtud, no le ensoberbecen ni abaten los bienes de la fortuna, y al que no conoce otro mayor bien que el que se pueda dar a sí mismo, y al que tiene por sumo deleite el desprecio de los deleites. Y si tuvieres gusto de esparcirte más, podrás con entera y libre potestad extender este pensamiento a diferentes haces; porque ¿cuál cosa nos puede impedir el llamar dichoso, libre, levantado, intrépido y firme al ánimo que está exento de temor y deseos, teniendo por sumo bien a la virtud y por solo mal a la culpa? Todo lo demás es una vil canalla, que ni quita ni añade a la vida bienaventurada, yendo y viniendo sin causar al sumo bien aumento ni disminución. Forzoso es que al que está tan bien fundado (quiera o no quiera) se le siga una continua alegría y un supremo gozo venido de lo alto, porque vive contento con sus bienes, sin codiciar cosa fuera de sí. ¿Por qué, pues, no ha de poner en balanza estas cosas con los pequeños, frívolos y poco perseverantes movimientos del cuerpo, siendo cierto que el mismo día que se hallare en deleite se hallará en dolores?”
 
Tomado del libro “TRATADOS MORALES” de Séneca.
 
LUCIO ANNEO SÉNECA (Latín: Lucius Annæus Seneca), llamado Séneca el Joven (Corduba, 4 a. C. – Roma, 65 d. C.), filósofo, político, pensador, orador, intelectual y escritor romano, conocido por sus obras de carácter moralista. Senador reconocido, respetado y muy influyente durante el Imperio Romano. Uno de los más grandes representantes del estoicismo.
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