LA ÚNICA SALIDA DE LAS FARC

08 Nov 2011
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Contra lo afirmado en las últimas semanas por opositores al actual Gobierno, los integrantes de la Fuerza Pública no se encuentran desalentados, ni se puede hablar de una baja moral de las tropas.

 

Por el contrario, lo que se observa es una permanente actividad y un genuino compromiso de las Fuerzas Militares y la Policía Nacional con el objetivo estatal consistente en la desarticulación de los grupos armados ilegales, en especial de las FARC, recuperando el dominio sobre territorios que venían dominando los subversivos y que en el pasado se consideraron inexpugnables.

 

La mejor prueba de que las operaciones militares continúan adelantándose con gran impulso, y de que la fuerza pública no ha desmayado en el ejercicio de su función, está en los últimos logros, el más reciente y de mayor importancia, constituido por la caída del máximo comandante guerrillero, alias “Alfonso Cano”.

 

No sabemos quién habrá de sucederlo, decisión que no será fácil de adoptar por la Coordinadora de las FARC, no sólo en razón de la muerte de los grandes líderes guerrilleros, sino por cuanto sus integrantes están dispersos y por paradoja completamente descoordinados.

 

La verdad es que los jefes de la organización están cercados por los efectivos oficiales, y que en sus filas reina el desconcierto y la falta de liderazgo.

 

 

 

Aunque no podemos afirmar que ese movimiento subversivo esté completamente derrotado, es una verdad incontrastable que su vigor y su orden interno han disminuido considerablemente; que se encuentran  -ellos sí-  completamente desmoralizados; que no tienen ya una motivación política; que carecen hoy de una posibilidad real de enfrentar con éxito la tecnología, las modernas armas y los medios con que cuentan las fuerzas estatales, y que desde el punto de vista político las FARC han perdido toda credibilidad y prestigio.

 

En los últimos años ha desaparecido cualquier huella de los originales móviles altruistas que pudieron inspirar a sus fundadores, y los actuales guerrilleros se han dedicado al narcotráfico y al secuestro. Hoy no despiertan sino el rechazo y la animadversión de la ciudadanía.

 

En suma, el único camino que les queda es la desmovilización. Nada justifica que, con terquedad digna de mejor causa, sus ideólogos  -cada vez más pocos-  sigan insistiendo en retener a militares, policías y civiles secuestrados; en proseguir con los ataques a los pueblos; o en reclutar a la juventud para engrosar su “ejército”, todo carente de sentido.

 

 

 

 

 

Modificado por última vez en Sábado, 28 Junio 2014 20:16
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