EL CONSERVATISMO

07 May 2007
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El inobjetable triunfo de Nicolás Sarkozy contra Segolene Royal en las elecciones francesas, en el curso de un proceso político con la más alta participación ciudadana, permite concluir varias cosas:

 

- La izquierda francesa está obligada a revisar los criterios que la inspiran en la búsqueda de la jefatura del Estado, la ideología subyacente a sus propuestas y la estrategia electoral utilizada, si quiere ser opción en el futuro.

 

- Vimos a Segolene Royal inteligente y atractiva pero insegura, en particular después de la primera vuelta, y nos atrevemos a considerar que confiaba en los votos de Bayrou, y que se sintió algo descontrolada cuando éste decidió no inclinarse por ninguno de los dos candidatos finalistas.

 

- En el mundo se ha generalizado el temor de los votantes respecto a las promesas de los candidatos de izquierda, algunos de los cuales han resultado mediocres ya en el Gobierno, al paso que otros han defraudado a sus electores. Para no ir más lejos, basta contemplar lo acontecido en Bogotá con el Alcalde Garzón, en quien muchos pusimos equivocadamente nuestras esperanzas, y presenta hoy un balance deplorable en seguridad, en movilidad, en organización administrativa, a la vez que ha incumplido también sus compromisos con los propios trabajadores de los cuales hacía parte, y ha eludido su responsabilidad política en el vergonzoso caso de los reavalúos catastrales.

 

- Las elecciones del domingo en Francia también demuestran que los partidos conservadores, cuando exponen sus convicciones con claridad y saben conquistar la voluntad del electorado, pueden ganar  -y con gran ventaja-  en procesos electorales decisivos. Para ello, deben comprometerse con los principios y valores que configuran su riqueza ideológica, y su tradición, pero sin temor al cambio ni a la renovación. No les corresponde asumir una actitud reaccionaria, pues el conservatismo   -digámoslo una vez más-  no es sinónimo de caverna o de vejez ideológica, ni de privilegios, ni es tampoco el de posiciones retardatarias en lo social o en lo económico.

 

- También se nos ha recordado que los partidos conservadores no deben tenerle miedo al dictamen del pueblo en las urnas, aunque dentro de las posibilidades esté la de ser derrotados, y deben entender que si esto ocurre, han de ser vencidos pero con sus banderas en alto. De allí que hayamos proclamado desde hace tiempo que deben tener candidatos de su propio seno y defender con verticalidad los conceptos políticos propios, sin desdibujarse como colectividades con vocación de poder.

 

Sería interesante que nuestro Partido Conservador reflexionara en estas cosas, tanto en el caso de la Alcaldía de Bogotá como en el de las elecciones presidenciales de 2010.

Modificado por última vez en Sábado, 28 Junio 2014 20:16
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