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Tras larga enfermedad, este 23 de marzo falleció en Madrid el ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez, cuyo talante conciliador y habilidad política permitieron el tránsito de la dictadura a la democracia, tras la desparición del dictador Francisco Franco Bahamonde.
El diario español EL PAIS hizo la siguiente semblanza del líder:
"Pocas veces un político recibe en vida el reconocimiento histórico a su labor. Adolfo Suárez González (Cebreros, Ávila, 1932 - Madrid, 2014),primer presidente de la democracia española, fue uno de esos pocos 'elegidos'. Las fechas clave de su vida política coinciden con los momentos más intensos de la Historia de España en los años que siguieron a la muerte de Franco.
Muy poco entusiasmo y muchas críticas provocó su nombramiento, el 3 de julio de 1976. Para los sectores más conservadores del régimen, el Rey había elegido a un político demasiado joven y sin experiencia; y la oposición que soñaba con la democracia tampoco recibió con buenos ojos a quien había sido gobernador civil de Segovia (1969-1973), director general de TVE(1969-1973) y ministro secretario general del Movimiento en el gabinete de Arias Navarro (1975-1976). Nadie imaginaba entonces que, 20 años después, aquel licenciado en Derecho recibiría elpremio Príncipe de Asturias de la Concordia por su «ejemplar comportamiento político en la fundación de nuestra democracia».
Los 11 meses que gobernó Suárez hasta la celebración de las primeras elecciones democráticas estuvieron marcados por la oposición del búnker franquista, el terrorismo de ETA y los GRAPO y la violencia de los grupos de extrema derecha. Suárez llevó hasta el límite sus intenciones de diálogo y consenso, teniendo siempre en mente el objetivo delegalizar los partidos para garantizar unos comicios verdaderamente libres. Históricos son sus encuentros con líderes como Felipe González (PSOE), Jordi Pujol (CDC) o Santiago Carrillo (PCE).
La aprobación de la Ley para la Reforma Política, primer paso para la desaparición del régimen franquista, dio al proyecto de Suárez la legitimidad social que se le negaba en otras esferas. Después, la legalización de partidos y sindicatos, laamnistía para presos políticos y el regreso del exilio de los principales líderes del PCE son sólo los pasos previos hacia la primera cita con la democracia desde la época de la Segunda República: el 15 de junio de 1977 la mayoría de los españoles da su confianza a la coalición fundada por Suárez, la Unión de Centro Democrático (UCD). Comienza una etapa en la que se firman los Pactos de la Moncloa para el saneamiento de la economía, se aprueban los estatutos de preautonomía de Cataluña, País Vasco y Galicia y se redacta, con el consenso de todos los grupos políticos, la Constitución. El triunfo de la UCD en las segundas elecciones, las de 1979, convierte a Adolfo Suárez en el primer presidente constitucional.
Su protagonismo en política estuvo ligado a la época dorada de la UCD. Las críticas a su gestión provocan su dimisión, el 29 de enero de 1981. Y como presidente en funciones, jugaría un papel clave durante el golpe de Estado del 23-F. Después, las divisiones internas en el partido le llevan a abandonarlo y a abrir su propio bufete jurídico en Madrid. Pero no renuncia a sus aspiraciones políticas: el recién nombrado duque de Suárez funda el Centro Democrático y Social (CDS), que en las generales que en 1982 ganó el PSOE sólo logró dos diputados —la UCD, ya sin Suárez, se convirtió en la cuarta fuerza política, por detrás de AP y CiU— y que en los comicios de 1986, desaparecida la UCD, logró hasta 19 escaños. Pero el declive del partido en 1989 (perdió 5 diputados) y los malos resultados en las municipales y autonómicas de 1991 confirmaban que lo que Adolfo Suárez tenía que hacer en política ya lo había hecho en otra etapa de la Historia de España.
De los últimos años al frente del CDS destaca su actividad en el seno de la Internacional Liberal y Progresista, primero como vicepresidente de asuntos para América Latina y después como presidente de la organización. Su presencia activa en escenarios internacionales en esta época choca con su escaso protagonismo en la política española, causa —según muchos analistas— del declive que el CDS inicia en 1989.
Pero el ocaso del político no es nada comparado con la tragedia personal que en esos momentos está a punto de asomarse a su vida. En 1991, asumiendo su responsabilidad, Suárez dimite como presidente del CDS, renuncia a su escaño y se retira de la política. Aún no sabe que su mujer y su hija le necesitarán a su lado en su batalla perdida contra el cáncer.
Dedicado por completo a su familia, Suárez sólo rompió su silencio en 1995, para pedir diálogo en medio de la crispación política que se vivía en el país, y en 2003, para apoyar la candidatura de su hijo a la presidencia de Castilla-La Mancha. Después, se 'esfumó'. Una enfermedad degenerativa le fue consumiendo poco a poco hasta privarle de sus recuerdos. Afortunadamente, la Historia no olvida."