LA GUERRA Y LA CUESTION SOCIAL

02 Feb 2013
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La virtud de un pernicioso y peligroso desenfoque del comportamiento pre-electoral de los colombianos, propiciado por las encuestas y por una  inocultable manipulación de algunos medios de comunicación, se ha centrado el debate sobre escogencia del próximo Presidente de la República en la disyuntiva entre la paz negociada y la guerra, con prescindencia de otros asuntos del más alto interés de las mayorías  nacionales y de especial urgencia.

 

A eso hemos sido llevados, entre otras razones, por la dolorosa frustración que ha causado entre los ciudadanos un proceso de paz pésimamente conducido por el actual Gobierno; por las mentiras y engaños de la guerrilla, y a la vez por el aprovechamiento que de la situación creada han hecho algunos de los candidatos presidenciales, que quieren ganar las elecciones a costa de arrastrar al país hasta la guerra total –cuyas impredecibles y seguramente catastróficas consecuencias no han calculado o, habiéndolo hecho, las eluden deliberadamente-.

 

Es indudable, por otra parte, que, a juzgar por las últimas encuestas, buena parte de los posibles votantes piensan apenas, con gran superficialidad y candor, que la opción guerrerista ofrece la perspectiva de dos o tres bombardeos en la zona del Caguán, sin mayores contratiempos y que a la semana siguiente todo será paz y tranquilidad en la República. Ni siquiera se preguntan por lo que ocurrirá con los secuestrados, ni con la población civil, injustamente involucrada en el conflicto; y menos todavía se interrogan sobre las estrategias que seguramente tendrán preparadas los subversivos contra todos y en todas partes.

 

Pero, además, los furibundos partidarios de la guerra han logrado adormecer, al menos en el debate público, la conciencia colectiva acerca de los gravísimos problemas de carácter social y económico que afectan a los gobernados, particularmente a las clases media y baja de nuestra población.

 

Esos sectores parecen dispuestos a forzar la decisión electoral sobre la base casi exclusiva de la propuesta de guerra, con absoluto olvido de problemas tan graves y tan actuales como la pobreza absoluta de millones de personas; el hambre; la total carencia de eficacia en la atención estatal de las necesidades más apremiantes en materia de salud pública, trabajo, agua potable, educación  y vivienda; el desempleo; el inconcebible abandono de zonas urbanas y rurales en las que viven amontonadas y en la miseria miles de familias de colombianos, incrementando  diariamente las posibilidades de deslizamiento de niños, jóvenes y adultos, hombres y mujeres, hacia la delincuencia, la subversión, el sicariato o la prostitución;  los crecientes costos de servicios públicos esenciales; la aterradora corriente neoliberal que, sin contemplaciones y con tenacidad, prohija las privatizaciones de las empresas públicas, los despidos masivos de trabajadores, los recortes de las garantías laborales mínimas y la extinción de los compromisos estatales con la niñez y las personas de la tercera edad; el alarmante empobrecimiento de la clase media; la regresiva estructura tributaria; en fin, la cuestión social, que parece no estar jugando en esta contienda electoral, pues el candidato que con mayor  seriedad y constancia ha venido hablando sobre ella –Horacio Serpa- ha sido victima de una “campana de silencio” impuesta por ciertos medios, en especial audiovisuales, que sólo quieren precipitar la solución armada de la contienda generada por la guerrilla,  como si de una panacea se tratara.

 

Parece indispensable, entonces, que, en procura de una transparencia democrática, se otorgue oportunidad a la masa de votantes de discutir sobre otros temas distintos del que hoy predomina y condiciona las tendencias, pues el próximo Gobierno habrá de recibir un país en crisis en todos los órdenes y una sociedad atribulada no solamente por la violencia sino también, y de manera grave, por las carencias y equivocaciones de la política económica y social de la actual administración.

 

No olvidemos que hace cuatro años a Horacio Serpa le ganaron las elecciones con una promesa de paz, después incumplida, y ahora lo quieren derrotar con una propuesta de guerra que nada bueno promete para el futuro del país.

 

 

Modificado por última vez en Domingo, 29 Junio 2014 00:45
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