PARA REFLEXIONAR

02 Feb 2013
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Son varios los hechos de los últimos días que generan preocupación y que merecen crítica. Me permito recordar apenas algunos pocos, los más recientes:

 

  1. El Presidente de la República, en el curso de una reacción emocional frente al atentado con bomba en las instalaciones de la Universidad Militar y la Escuela Superior de Guerra en Bogotá  -reacción, desde luego, explicable ante la audacia y la inocultable gravedad del ataque-  decide revocar las autorizaciones que había dado a voceros suyos para negociar un acuerdo humanitario con miras a la liberación de las personas secuestradas. Pero olvida que los secuestrados no son responsables por el atentado sino víctimas del conflicto, y que son sus vidas y su integridad las que están en gravísimo peligro cuando se intenta un rescate militar.

 

  1. El Senado, previa llamada de atención del Jefe del Estado a las bancadas que lo apoyan, aprueba en segundo debate el proyecto de reforma constitucional que vuelve a recortar las transferencias a las entidades territoriales con destino a salud y educación, con lo cual se da un paso muy pernicioso en contra de la inversión social, hoy prevalente; se afecta a los más necesitados, y se propina un duro golpe  a la descentralización.

 

  1. El Presidente de la República, sobre la base exclusiva de un testimonio, juzga y condena públicamente a un funcionario de la administración municipal de Buenaventura; lo presenta ante el país como un delincuente sin haber mediado juicio ni sentencia condenatoria; asume función judicial y, no siendo caso de flagrancia, ordena su aprehensión y conducción, sin parar mientes en la presunción de inocencia, en la separación de funciones, ni en el debido proceso.

 

  1. El Fiscal General propone la impunidad para los traquetos, como único medio  -cuando el Estado cuenta, o debe contar, con otros-  para lograr la desarticulación de las organizaciones mafiosas del narcotráfico.

 

  1. El país sigue conociendo, estupefacto pero conforme y hasta divertido, las inaceptables relaciones entre la mafia, el paramilitarismo y la política.

 

  1. Las cabezas de los altos tribunales de justicia se ingenian el sistema de circulares a los jueces para que fallen en determinado sentido los procesos a su cargo –así lo hizo primero la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia y después el Presidente del Consejo Superior de la Judicatura-,  ignorando el principio constitucional de la autonomía funcional en la administración de justicia.

 

Pero frente a todo eso, que resulta abiertamente dañino para la sociedad y para el Estado de Derecho, nadie protesta, nadie discute; nadie controvierte; a nadie le preocupa. Todo el mundo parece estar de acuerdo.

 

La comunidad requiere con urgencia recuperar una capacidad que parece haberse perdido: la de disentir. Y no sólo en el fuero interno, sino exteriorizando sin temor las propias opiniones.

Modificado por última vez en Domingo, 29 Junio 2014 00:46
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