EL CLUB DE LOS RABIOSOS Destacado

10 Dic 2015
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La llamada izquierda latinoamericana va perdiendo poco a poco su poder y,  ni a ellos mismos les cabe la menor duda. Pero están rabiosos y vengativos. ¿Por qué? Se supone que gobernaron por y para el pueblo y no para sí mismos.  Pero está de duelo la llamada izquierda latinoamericana, porque resulta –oh, sorpresa- que es el pueblo en ejercicio de su soberana potestad a elegir libremente, el que les está reclamando y diciendo ¡basta!.  Cristina Kirchner en Argentina y Nicolás Maduro en Venezuela no se lo pueden creer, ya no reinarán a sus anchas ni ellos ni sus partidos y, por cuenta de este revés producto de sus malas gestiones, están irritables y susceptibles. Corrupción, abuso de poder, una excesiva confianza en sus “hipotéticos” carismas populares y, por supuesto un menosprecio al poder de la voluntad del pueblo, les hizo pensar –erróneamente- que se quedarían por todo la eternidad.
 
Por cuenta de estos gobernantes vanidosos y corruptos, la excelente idea de ver algún día a Latinoamérica convertida en un pueblo respetuoso e incluyente, se desaprovechó. Todos –me incluyo- pensamos que estos pueblos latinoamericanos necesitaban líderes de la izquierda en el poder, capaces de transformar la riqueza en cabeza de unos pocos en el bienestar de muchos. Pero no se logró. Los hombres y mujeres –cuando piensan en sí mismos- son iguales si militan en la izquierda o en la derecha o en el centro o medio centro o cualquiera de esos lados en el que por razones de conveniencia deciden ubicarse algún día con fines meramente políticos y personales.
 
Pues bien, el poder, gracias a las rabietas propias de los malos perdedores –no olvidar que el poder en cabeza de Cristina Kirchner y Nicolás Maduro era un juguete que perpetuaban gracias a las reformas constitucionales- se le fue a la expresidenta argentina y se le está yendo al actual mandatario venezolano.
 
LAS RABIETAS DE LA KIRCHNER.
 
Cristina Kirchner pese a dar discursos de logros que nadie percibe ni respira en el ambiente, deja un país con un pobreza entre 12 y 14 millones de personas, una economía estancada con muy pocas reservas en el Banco Central, lleno de deudas, ministros investigados y ella misma en entredicho a propósito de la investigación que le adelantaba el  Fiscal Nisman encontrado muerto un día antes de la lectura de la acusación que éste tenía documentada en contra de la mandataria y de varias causas que la justicia le tiene abiertas como la denuncia presentada contra ella por Margarita Stolbizer, excandidata presidencial del partido progresista, por enriquecimiento ilícito.
 
Ocho años de mandato  (10 de diciembre de 2007 hasta el 9 de diciembre de 2015) que la mayoría del pueblo en capacidad de votar, le cobró. La Kirchner, rencorosa y vengativa decidió boicotear la posesión del nuevo presidente, inventándose un maltrato de genero atribuible al recién electo presidente Mauricio Macri, para evadir la responsabilidad constitucional que la obliga entregar el poder a su sucesor. Y lo poco o mucho de pueblo que la veneró, tuvo que escuchar antes de la posesión de Macri, un discurso cargado de explicaciones no pedidas, sobre su honestidad y rectitud. Claro, sin dejar de lado, dardos venenosos y justificaciones de su negativa a participar del acto solemne de posesión del nuevo presidente argentino.
 
Cristina –en su discurso- se fue contra el poder judicial que la investiga, pensando seguramente que ser presidente de un país con un puñado de pueblo que aún la sigue, la inmuniza. Poder judicial que de paso le impidió continuar con el boicoteo, mediante un fallo judicial a propósito de un recurso interpuesto por Macri que le ordenó terminar a la Kirchner su mandato a la media noche del 10 de diciembre de 2015.
 
No obstante, su miedo a ser juzgada y condenada brilló en su discurso y ese temor inconsciente se lo trasladó al pueblo que la escuchaba. Existen, dijo: “persecuciones y hostigamientos permanentes del partido judicial (…) con este estado de cosas todos los argentinos estamos un poco en libertad condicional” ¿Todos? Es mucha gente -pienso yo- “Ella”  debió puntualizar la Kirchner, porque si meter a todos los argentinos la hace menos responsable,  el tiempo y la administración de justicia le enseñaran que así no es cómo funciona la aplicación de la ley.
 
Agregó, como si estuviera en fiesta de Halloween y no en una despedida de un poder que duró 8 largos años: “Miren que no puedo hablar mucho porque a las doce me convierto en calabaza”. ¿A qué le teme Cristina Kirchner? Vamos a ver, si fue tan santa y buena ¿por qué le teme al poder de la justicia? El que nada debe, nada teme. Menos se le debe temer a una administración de justicia recta y carente de pruebas para perseguir y hostigar; pero claro, las cosas cambian sí la administración de justicia es corrupta o sí, siendo intachable, investiga cuidadosa y diligentemente y termina demostrando que  uno es culpable.
 
Reforzando en su discurso su pulcritud y diligencia –que pena que la mayoría del pueblo argentino no la haya notado, reeligiendo al candidato del kirchnerismo- acudió al significado que para la honestidad tiene el simbolismo de mirar directamente y de frente a los ojos, en defensa de lo que fue su mandato y en la esperanza de que el nuevo sea tan limpio y diligente como el que ella dejó:  "Quienes asumen por imperio de la voluntad popular, quiero decirles que yo espero y le pido a Dios que dentro de cuatro años quien tiene la responsabilidad de conducir los destinos de la patria pueda decir frente a una Plaza como esta que también puede mirarlos a los ojos".
 
LAS RABIETAS DE MADURO.
 
En Venezuela, la cosa es más larga. Dieciséis años de gobierno chavista que Nicolás Maduro convirtió en un festín: desempleo, desabastecimiento, polarización, presos políticos como no se veía hace mucho tiempo, apagones, desconocimiento de la constitución, importación de petróleo en un país petrolero; discursos de izquierda en lo que ya no creen ni los otrora acérrimos seguidores de la ideología de izquierda, como los hermanos Castro en Cuba.
 
Nicolás Maduro sepultó el chavismo de Hugo Chávez y, pese a lo evidente, anunció que vendrá “una nueva etapa de la Revolución Bolivariana” que agregó “No será fácil (…) toca prepararse duro (…) repliegue, reorganización, reflexión y ofensiva”.
 
Sin embargo, así como se está desarrollando el ambiente después de la derrota del chavismo, lo único que le puede venir a Venezuela –ojalá no suceda- es una guerra civil sin precedentes por cuenta de un mal perdedor que de paso también le teme a la administración de justicia. Mejor la muerte en defensa del moribundo chavismo que la cárcel, dirá Maduro.
 
Porque el mal perdedor quiere morir de pie y Nicolás Maduro –que es un mal perdedor-  sacudido del duro golpe de la derrota en las recientes elecciones legislativas, percibe –no es necesario ser brillante para sentirlo- el peso de la administración de justicia que le hará responsable por la debacle en la que tiene a Venezuela.
 
Maduro al parecer se siente en una película básica y elemental de Hollywood donde todo se reduce a los buenos y los malos “ganaron los malos”, afirmó. No obstante, según él, no perdió su mala gerencia, sino “la guerra económica” que inhibió a parte del electorado. Además, hoy jueves 10 de diciembre, Maduro le anunció  a los chavistas que no votaron por él, que no se les entregará la casa prometida y, les advirtió que “pronto sabrán que nosotros somos quienes representamos la paz de Venezuela”.
 
LO QUE NOS QUEDA DE IZQUIERDA LATINOAMERICANA, TAMPOCO AYUDA.
 
Los que aún quedan, tampoco la pasan bien. A Dilma Roussef la quieren fuera la mayoría de los brasileros. A Evo Morales, no le quieren permitir nueva reforma constitucional para perpetuarse en el poder. Rafael Correa ya sabe que tampoco es tan popular como se lo pensaba y anunció el pasado 19 de noviembre de 2015 que no presentará su nombre a las elecciones generales del año 2017, al menos tras la figura de presidente. Adicionalmente los hermanos Castro se quieren unir es a los Estados Unidos –quien lo podía imaginar- y, la guerrilla colombiana que ahora se pasea por la isla cubana en Harley Davidson, fuma tabaco y se emborracha con ron al ritmo del son cubano, tampoco quiere más el monte porque eso de decir que luchan por los pobres mientras matan a los pobres, también les terminó aburriendo.  
 
Las opiniones del autor son de exclusiva responsabilidad del autor, no reflejan necesariamente la posición institucional de www.lavozdelderecho.com 
 
Modificado por última vez en Jueves, 10 Diciembre 2015 19:36
Ana de Francia

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