CEID: MATA RESERVAS. 2016-2019.. Por MIguel Angel Espinosa

03 Nov 2015
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Con el auge de la economía de mercado en el siglo XXI, gran parte de la población mundial ha migrado a los cascos urbanos por las facilidades en el acceso a los bienes y servicios que las grandes metrópolis del mundo como Nueva York, Londres o Paris, ofrecen a sus ciudadanos. Hoy en día, cerca del 78 por ciento de la población mundial habita en las ciudades y se proyecta que para el 2050 cerca del 90 por ciento habite en los cascos urbanos. Esto ha hecho que las grandes capitales del mundo establezcan Planes de Ordenamientos Territoriales proyectados a satisfacer las necesidades de los ciudadanos, tales como educación, alimento, saneamiento basico, transporte y agua, entre otros.  
 
Entre las ciudades latinoamericanas con más habitantes por metro cuadrado según el World Urbanization Prospects [1]  se encuentra la ciudad de Bogotá, que con cerca de nueve millones y medio de habitantes entra a la era de las nuevas megaciudadades. Las cuales, a pesar de sus múltiples beneficios, como mayor cantidad de recurso público, dinamización de la economía local e independencia administrativa, presentan por su magnitud grandes obstáculos sociales y especialmente ambientales que deben resolverse.
 
Por tal razón, la administración 2012-2015 ha presentado el Proyecto Reserva Thomas Van der Hammen, el cual se consolidaría como un referente de política ambiental internacional al convertirse en el bosque urbano más grande de América, dando solución a problemáticas urbanas como el  crecimiento acelerado en la sabana de Bogotá, la protección de varios afluentes y la preservación de especies nativas desde los cerros orientales, pasando por los humedales de la Conejera, Torca y Guaymaral hasta el Rio Bogotá. En este sentido, la Corporación Autónoma Regional ha declarado la zona norte como Área de reserva forestal y por ende de utilidad pública, lo cual nos aproximaría en pocos años espacialmente a un bosque de cerca de 1.395 hectáreas. 
 
Desde mi perspectiva, es un formidable proyecto pues a pesar que se consolido jurídicamente en la Administración actual,  ha sido un planteamiento de vieja data, ya que el visionario detrás de esta propuesta fue el Botánico holandés Thomas Van der Hammen. El cual para muchos es un personaje desconocido, pero fue quien consolidó el  Sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia, entre los cuales están los ecoparques de Tatama, Sierra Nevada de Santa Marta, los Nevados, el de Sumapaz, entre otros (riqueza natural que se debe proteger). 
 
Ahora bien imagínese usted lector, que don Thomas hizo también la tarea con Bogotá, después de haber hecho un minucioso trabajo de campo. En las conclusiones de la investigación  se determinó cinco sectores de especial protección  del cual depende la sostenibilidad ambiental de la capital para los próximos años, estos son: piedemonte, humedales, altiplanicie, valle inundable y montaña. En consecuencia planteo la necesidad de limitar la actividad humana sobre dichas zonas, mediante la declaración de zona de reserva ambiental,  con el fin de evitar la degradación de la capital y  la pérdida  del territorio con mayor precipitación  de la región y, por ende, de mayor disponibilidad de recurso hídrico.
 
Desde esa perspectiva, cualquier alcaldía sensata, presente o futura, debe ser visionaria de las necesidades de sus ciudadanos conforme a los cambios ambientales sufridos hoy en día. Pues para nadie es un secreto que los fenómenos del Niño y de la Niña han generado la sequía de gran parte de los páramos y  lagunas de nuestro país, al colocar en vilo la disponibilidad de recursos naturales para generaciones futuras, especialmente la de los capitalinos. 
 
Con tristeza, he escuchado que uno de los Planes de la Alcaldía 2016-2019, será la construcción de la Avenida Longitudinal de Occidente en el Norte de la ciudad, la cual si bien es necesaria para mejorar la movilidad de los ciudadanos y el tráfico de mercancías en la capital, consideraría que cedería en relación a la protección y construcción del proyecto Van der Hammen. Pues creo que el proyecto tiene mayor trascendencia que satisfacer una necesidad de corto y mediano plazo, pues su finalidad se centraría en generar una reserva ambiental para la disponibilidad de recurso hídrico en los años venideros.
 
Me parece insensato pensar que con la construcción de puentes dentro de los humedales y la parcialización de la sabana se pretenda iniciar para el próximo año la construcción de la ALO en el Norte de la Ciudad. Haciendo creer al ciudadano de a pie que son estructuras “amigables con el medio ambiente”, cuando no lo son. En consecuencia, sería un error garrafal suspender y parcializar la reserva de 1.395 hectáreas por la construcción de una avenida que no solucionara en gran medida el problema de la movilidad en Bogotá.
 
Espero con añoranza, que la Administración entrante vea el proyecto en su integralidad y no lo desarticule pensando en necesidades mediatas, pues el momento clave para hacer un cambio en política ambiental, es ahora y con este plan, no quiero llegar a imaginar que la única forma para que se tome conciencia de la envergadura de la reserva Van der Hammen sea soportando la sed. 
 
 
MIGUEL ANGEL ESPINOSA GONZALEZ 
Miembro del Centro de Estudios Integrales en Derecho
 
 
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[1] Es una estimación oficial producida por las Naciones unidas para establecer los parámetros de crecimiento poblacional a nivel mundial. Este informe es preparado por la División de población del Departamento de Asuntos Económicos de las Naciones Unidas.
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