En Venezuela, con las mayores reservas petroleras del mundo y peso específico en la geoestrategia mundial y regional, el desbarajuste institucional y el caos social van paralelos a la consolidación de una dictadura, proclamada como socialismo del siglo 21, que se impone también en Nicaragua y en Cuba a través de clanes familiares confrontados por oposiciones divididas y sin catecismo. En estos países, como en Ecuador y Bolivia, los sátrapas atacan, al menos retóricamente, a Estados Unidos el imperio natural con el que nos tocó convivir mientras estrechan sus lazos de amistad con Rusia y China. Para 2017, Venezuela anunció la modernización de sus tanques y helicópteros de ataque rusos y la compra de buques patrulleros a Holanda y España, de lanzacohetes chinos, de 13 aviones de combate Suhkhoi que se agregarían a los 22 existentes, un número indeterminado de aviones de entrenamiento y combate chinos además de helicópteros franceses y aviones alemanes para la desprestigiada Guardia Nacional. A pesar de la escasez, la galopante inflación, la corrupción y la desbordada violencia, frecuentes ejercicios nacionales bélicos se conducen bajo el concepto de Guerra Popular Prolongada, que involucra a la Milicia Bolivariana y a la población civil, a la cual se le entregará “armamento secreto de guerra”. La anterior semana realizaron el simulacro “Zamora 200”, previniendo la sempiterna invasión gringa, ahora dizque ordenada por Trump.
Todo lo anterior bajo la sombra del Vicepresidente Tareck Zaidan El Aissami, un venezolano de origen sirio-libanes, radical antinorteamericano, íntimo amigo de los Castro y de los gobiernos de Irán y Siria y Jefe de un recientemente creado siniestro “Comando Nacional Antigolpe” que ya empezó a reprimir a los opositores. Al Aissami suministró identidades y pasaportes venezolanos a varios miembros de Hezbolá para su ingreso a US y Canadá y está vinculado por la DEA con un cargamento de 1.5 toneladas de cocaína confiscada a bordo de un avión en Islas Canarias en el 2012. En varias agencias de inteligencia se estima que la llegada de Al Aissami al poder en Venezuela, servirá para instalar el conflicto del Oriente Medio en la región. Un analista norteamericano escribió: “El futuro de Venezuela es incierto, pero lo que es cierto es que el islamismo extremista ha tomado oficialmente un gran control ejecutivo de un gobierno nacional en América Latina”.
En Colombia, entretanto, el dominio territorial de las zonas fronterizas con Venezuela empieza a ser ejercido por Guardias Campesina en cuyos garrotes se lee “Vuelve Bolívar” y el apresto de nuestras fuerzas militares se deteriora con drásticos recortes presupuestales.
Esperamos en vilo las decisiones de Trump frente a Latinoamérica y aunque su interés parecer estar centrado en México, tengamos en cuenta el dato en el comienzo de esta columna.
