Todo proceso de justicia restaurativa requiere, ante todo, la reparación integral de las víctimas, a cargo de los victimarios. De lo contrario, fracasa.
El proceso de paz se funda, como lo desarrolla el Derecho Internacional, en los principios esenciales de verdad, justicia, reparación y no repetición. Para las víctimas no es suficiente, después de sus muchos padecimientos, que los victimarios digan, de labios para fuera, que se declaran arrepentidos y que piden perdón por lo acontecido. Ellas merecen reparación, y la reparación tiene que ser verdadera, tangible, real.
Cuando a las víctimas se las engaña, se las vuelve a sacrificar. Cuando, a título de reparación, se les entrega algo irrisorio e inútil, se ofende el valor de la justicia y se estropea cualquier proceso de paz. Además, engañar a las víctimas implica engañar al Estado y al país.
En agosto de 2015, en declaraciones a la revista SEMANA, decía el Presidente Juan Manuel Santos que el proceso de paz con las Farc tendría que partir de la base de la reparación de las víctimas, y que se requería "ante todo, darles a las víctimas la satisfacción que se merecen". Y agregaba: "Se puede dar de múltiples formas. El gobierno ya ha reparado a medio millón de víctimas. Para eso se aprobó la Ley de Víctimas y Sustitución de Tierras: para iniciar la reparación -subrayamos- antes de terminar el conflicto. Lo que estamos definiendo en este momento en La Habana es cómo va a ser la reparación de ambas partes, porque las Farc también tendrán que reparar a las víctimas".
Nada de eso ha sido cierto. En La Habana no se definió el punto. El Acuerdo de Paz fue firmado y está siendo implementado en el Congreso sin haber exigido "antes de terminar el conflicto" (como decía Santos) la reparación de las víctimas.
Que las Farc "también tendrán que reparar a las víctimas" -como también afirmó Santos- es algo que, por lo visto es una gran mentira. Un engaño enorme.
El Fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez, ha puesto el dedo en la llaga. Ha dejado al descubierto ante el país el engaño y la burla que hay en la "lista de bienes" entregada por las Farc dizque para la reparación de las víctimas. Unos elementos inútiles, cuya enunciación ya conocemos y que no solamente produce frustración sino indignación y rechazo colectivo.
Todo -digámoslo con claridad- por culpa de la debilidad y la falta de criterio de los negociadores y del Gobierno, comenzando por el propio Presidente de la República. Los guerrilleros no entregan los bienes que realmente sirvan para la reparación, como no entregaron a los menores reclutados, ni a los secuestrados, ni todas las armas. Han engañado a Colombia, y el Gobierno nada dice, ni adopta ninguna resolución. En fin, un proceso de paz fallido, que debería tener consecuencias, según el Acuerdo Final, en la pérdida de los beneficios penales.