No son de poca monta los proyectos de ley de dos superamigos de la extrema narco izquierda. Cepeda, descendiente de la más pura y rancia cepa comunista soviética –como que su padre da nombre a uno de los frentes más sanguinarios de las farc- y a quien algún despistado graduó de filósofo, propone que las operaciones de la Inteligencia militar se expongan al público. Tamaña sandez parece una broma de mal gusto. Detrás solo puede existir la intención de desbaratar definitivamente el ahora maltrecho aparato que les causó a los narcofarianos sus peores derrotas. Enseñar todos los actores y maniobras de las operaciones secretas legítimas del Estado, además de ilegal, entregará las cabezas de nuestros héroes anónimos a los sicarios del crimen disfrazado de ideología o al Tribunal revolucionario de la JEP. Si bien es cierto que la ley estatutaria 1621 de Inteligencia y Contrainteligencia requiere precisiones y ajustes, no es menos cierto que seguirle el juego al comunista Cepeda es poner en grave riesgo la seguridad nacional, la de todos los colombianos.
Su coequipero en este contubernio, Sanguino, un ex terrorista eleno, quiere cambiar las reglas para el ascenso de los mandos de las Fuerzas Militares. La finalidad es clara. Cualquier aspirante a promoción que sea visto como inconveniente para sus ambiciones totalitarias, será adecuadamente denunciado (purgado) y, sin el derecho a la presunción de inocencia, excluido de la posibilidad de ingresar a la línea de Mando. Así quieren controlar la cúpula militar, tal como lo ha hecho la camarilla ladrona de Venezuela. En el entretanto, nuestros soldados y policías siguen siendo sacrificados por las balas y las bombas del Crimen Organizado Transnacional, léase farc y eln, los amigos de Cepeda y Sanguino. Acabar con el Esmad y con el servicio militar obligatorio, incorporar terroristas al ejército – ya los tienen en la UNP- también son propuestas de la bancada de izquierda en esta nueva legislatura. Luego vendrá la “necesaria” creación de una Milicia Nacional, encabezada por las Guardias indígena, campesina o cimarrona, “para garantizar la seguridad de todos los colombianos”. No es difícil predecirlo.
Es inaceptable someter la Institución a sus enemigos naturales que han avanzado sigilosamente para hincar sus colmillos sobre nuestro país con la ayuda de Cuba y Venezuela, organizaciones internacionales, ONGs, algunos miembros del clero, quintacolumnistas en la prensa y la apatía de empresarios “apolíticos”. Ante ese panorama, la Reserva Activa debe organizarse regionalmente, alistar sus cuadros, empuñar la pluma y afilar la lengua para señalar esta componenda congresional, apoyada por colectivos de abogados asaltantes del erario público, de nuestro dinero, a punto de falsos testigos. Es necesario adaptarse a nuevos y complejos escenarios, hacer cambios, entender los tiempos sin mirar mucho a Israel, Japón o Australia. Basta observar a Venezuela
N. de la D - Las opiniones de nuestros columnistas y colaboradores, en ejercicio de su libertad de expresión, no comprometen los criterios editoriales de esta página
Nuestras redes sociales:
Facebook: https://www.facebook.com/EmisoraLaVozdelDerecho
Twitter: https://twitter.com/LaVozDelDerecho
Youtube: https://www.youtube.com/c/lavozdelderecho1