Opinión: LAS IMPOSTURAS DE LA ONU Y LA UE. John Marulanda Destacado

04 Mar 2021
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Opinión: LAS IMPOSTURAS DE LA ONU Y LA UE. John Marulanda Imagen: La Voz del Derecho

Con ese sonsonete tan a lo Vivanco, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos sermoneó a los colombianos sobre la muerte de “líderes sociales”. Manifestó que al actual gobierno le hace falta diligencia, globalizando de esta manera el discurso de la mamerteria continental, que cabalga a lomo del drama humano de homicidios y masacres resultantes del narcotráfico. Pasó por alto la funcionaria, los asesinatos de soldados y policías desplegados precisamente en tarea de prevención y protección de comunidades, las mismas que expulsan a los uniformados de sus territorios sembrados con miles de hectáreas de coca. La declaración de Bachelet pone de manifiesto, por enésima vez, la poca objetividad de la burocracia del organismo internacional, tan impregnada de izquierdismo, de comunismo. Como que Cuba, por quinta vez, fue elegida integrante del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en consonancia con Alberto Navarro, embajador de la Unión Europea en la isla, quien hace pocos días declaró: “Yo no considero que Cuba sea una dictadura”.

Europa adicta

Los desaguisados de la ONU se vician más con el apoyo de una Unión Europea de funcionarios y políticos eurocentristas que insisten en vernos como colonias manejables según sus variados intereses. La canciller de España critica al gobierno de Maduro, pero su gobierno le vende armamento a la dictadura.

La ironía de todo esto es que tanto los burócratas de la ONU como los de la UE reprochan, atacan, estigmatizan gobiernos, al tiempo que es Europa, uno de los mayores centros de consumo de alucinógenos, alimentando el narcotráfico y el crimen organizado transnacional, generadores a su vez de la violencia y la corrupción que nos afectan. Con Europa sucede lo mismo que José Félix Lafaurie advierte acertadamente sobre un reciente informe de Bachelet: “La ONU descubre el agua tibia sobre la causa de la violencia, pero pasa por encima y no hace recomendaciones contra el narcotráfico…”, con falta de “sentido de realidad y de objetividad”.

En noviembre pasado llegó el primer narcosubmarino que cruzó el Atlántico con 5 toneladas de cocaína; la semana anterior se decomisó el más grande alijo de la sustancia en la historia europea: 23 toneladas, confiscadas en los puertos de Hamburgo y Amberes; en Holanda, hace pocos días desmantelaron un laboratorio con capacidad para producir de 150 a 200 kilogramos de cocaína por día; anteayer decomisaron 5 toneladas de cocaína de las FARC frente a La Coruña. Europol señaló que el consumo de cocaína durante la pandemia ha registrado récords históricos y el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT) advirtió de un importante incremento del negocio en el continente en el futuro pospandémico. Por allá esnifan cocaína mientras nos señalan acusadores. La corresponsabilidad es un criterio desteñido. Ya veremos que cuando el gobierno colombiano arranque con la fumigación aérea, serán esas mismas ONU y Unión Europea, las primeras en poner el grito en el cielo, con las comunidades indígenas y el medio ambiente en el centro de su indignación de utilería.

Y ONU cegatona

Paralelo a esa visión hipócrita, Bachelet insiste en fijar posiciones políticas que nadie sino su club de oficinistas de izquierda, las creen y aplauden. Es el caso de la relatora  especial de la ONU sobre medidas coercitivas unilaterales y derechos humanos, Alena Douhan, quien después de dos semanas de atenciones del régimen madurista en Caracas,  concluyó en su informe que “las sanciones (de Estados Unidos y la UE) han exacerbado las calamidades preexistentes”. Como desde 1960, en una posición simplista, la culpa de todas las desgracias de estos países, y de muchos otros en el mundo, la tiene el “imperialismo yanqui”, el mismo que paga sus salarios. Mientras estos empleados de la ONU y de la UE vapulean a unos gobiernos latinoamericanos y callan con otros, el crimen organizado transnacional y la política confluyen de manera descarada en la región. Basta recordar a Samper en Colombia, mirar el actual dramático caso de Venezuela, y prever lo que sucederá en Ecuador con Correa y su elegido al trono, Arauz. El narcotráfico está cooptando el poder, en una estrategia de doble moral diseñada por el Foro de Sao Paulo e implementada por el Grupo de Puebla.

La realidad, monda y lironda, es que la cocaína colombiana, peruana y boliviana alimenta el flujo de capitales que trasiega a través de las redes bancarias globales –La City, es uno de los principales centros de lavado de dinero– y con los que, como dice Roberto Saviano: “… se compran políticos y funcionarios”. Que lo diga Alex Saab.

El aserto de Groucho Marx de que “las naciones grandes se portan como gangsters y las pequeñas como prostitutas” parece ser confirmado por Europa y la ONU, que con sus declaraciones oscurecen aún más situaciones tan lamentables como la de Venezuela y horizontes tan complejos como los de Ecuador, Perú, Argentina, México y Colombia, entre otras naciones.

 

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John Marulanda

Consultor Internacional en Seguridad y Defensa

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