Opinión: EN EL INFIERNO Y EN EL LIMBO NO HAY VISITA CONYUGAL NI DETENCIÓN DOMICILIARIA. Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas Destacado

10 Ene 2023
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El tipo de complicidad correlativa, en el cual concurrían varios sujetos a la ejecución del hecho punible imposibilitando individualizar la responsabilidad, se resolvía castigándolos a todos por igual aplicando el mínimo de la pena. Estamos seguros de que reinstaurar este grado de atribución de responsabilidad sería de recibo entre algunos en la fuerza pública, quienes no dudarían en aplicarlo a civiles y en particular a jóvenes manifestantes.

Cuando hay que llenar espacios periodísticos a cambio de publicidad soterrada, cualquier tema es apropiado. El pasado fin de semana leímos en El Espectador –como gran noticia a cinco coles– una entrevista al gerente de TransMilenio, Orlando Santiago Cely, titulada “Puertas y torniquetes, la apuesta de TransMilenio para acabar la evasión”. El burócrata que dirige este horripilante sistema de transporte y que figura en uno de los anillos del infierno de Dante encontró que la solución para acabar con los colados es mediante trabas, igual conclusión que la de un guardián carcelero. En la entrevista, el funcionario no hizo reparo en el incremento del costo de esta tortura motorizada, que fuerza a miles de ciudadanos a decidir entre pagar un pasaje o comer. La respuesta de la administración a esta situación es todo menos lógica: a mayor evasión, mayor precio. No se requiere ser muy inteligente para entrever qué pretenden con esta ‘apuesta’.

Para colmo de desgracias, el entrevistado anticipa que dentro de los planes de expansión de este sistema de transporte está tomarse la sabana de Bogotá, o sea, que a esos municipios que han corrido con la mala suerte de ser vecinos a la capital les viene un castigo. Al tiempo que informaba esto, notificó a los ciudadanos que deben alistar el bolsillo pues las tarifas del sistema subirán a partir del 10 de enero, al igual que los parqueaderos, las zonas azules y la última invención de la alcaldesa, el mal llamado Pico y Placa Solidario. Sobran las malas noticias para la clase trabajadora bogotana en este comienzo de año.

Por otro lado… El papa que prevaricó y renunció ahora pasó a mejor vida. ¿Y por qué decimos que prevaricó? Pues porque cuando usted dicta una ley en su propio beneficio está legislando en causa propia, figura que se ajusta al tipo penal de prevaricato. Esta disertación jurídico-canónica atiende a que fue este obispo de Roma quien acabó con el limbo. ¿Y qué era el limbo? Ni más ni menos que el lugar donde las penas eran ad infinitum, es decir, eternas; y la gente que caía ahí caía en sucesión. ¿Explicamos? Explicamos: todo niño que moría sin haber sido bautizado iba a parar sin contemplaciones al limbo, donde no había lugar a rebaja de penas y, por supuesto, tampoco había visita conyugal –en razón de su edad–. Estos infantes pagaban por el pecado original, el que cometieron Adán y Eva hace años y que no tenía ni tiene lugar a redención alguna. Además de eso, en los países de fe católica, niño que moría sin bautizar era arrojado fuera de los muros de la ciudad y sus restos se convertían en pasto de gallinazos y buitres. Había una doble sanción: su cuerpo en la tierra como alimento de chulos y su alma en el cielo pagando cadena infinita o perpetua, como diríamos ahora. Dicen las malas lenguas que el papa Benedicto XVI tuvo una pariente consanguínea que murió sin bautizar y la única manera de sacarla de la cárcel por ellos creada era acabando con la cárcel. Caídas las barras del limbo, se acabó la pena irredimible y el sumo pontífice pudo liberar a su pariente. Ese es el chisme, que de haber sido cierto probaría el prevaricato. Nosotros como buenos comunicadores retransmitimos el chisme que nos llegó pero dejamos en ustedes la facultad de valorar los hechos y atribuir responsabilidades.

Aquí en la tierra, como a nadie dejan en paz por decir verdades, surgieron unos reductos de antisociales (“paraco-chinos”) que amenazaron e intimidaron al periodista Hollman Morris. No hay que olvidar que Hollman y su familia fueron amenazados y hubo de exiliarse con ellos, todo por su trabajo periodístico en defensa de los Derechos Humanos y en procura de las víctimas de crímenes atroces. También es preciso recordar que Hollman nunca ha sido de los afectos de la derecha política o armada, así como tampoco de los servicios de inteligencia. Hace unos años un grupo de personas promovieron una estrategia para atacar a Hollman en su honra y en su buen nombre, al tiempo que este hacía campaña para ser alcalde de Bogotá. Oportunamente este estratagema fue detenido por los jueces de la República, quienes no encontraron ningún mérito en las acusaciones y enviaron las causas al archivo. En los estrados quedó probado que Hollman había sido responsable en sus obligaciones como esposo y padre de familia, así como demostrada su inocencia en los actos violentos que le endilgaban sin fundamento. No obstante, el daño ya estaba hecho. Ahora, en víspera de elecciones regionales y como si no hubiese tenido suficiente, buscan silenciarlo. Esperamos que Hollman pueda, como cualquier otro ciudadano colombiano, participar en política si así lo desea y expresar sus posturas políticas sin que por ello deba poner en riesgo su integridad.

–Cambiando de tema– El diario del Grupo Aval trae en su primera página un título que a los amigos de los animales nos causa risa y ganas de aplaudir: “el niño de la capea Marco Pérez habla de su frustración por no haber podido jugar aquí”. A nosotros nos tiene sin cuidado si al niño lo capearon o no, por el contrario, nos parece fabuloso que no haya podido maltratar a ningún animal en las ferias de enero. ¿Que se fue de Colombia sin atender sus presentaciones? ¡Qué dicha! Y ojalá no regrese nunca. Es tan cínico el joven torero que en la entrevista dice que “lo que ha cambiado ha sido el gobierno, que nos ha privado de torear” y acto seguido califica esta prohibición como una “privación de la libertad”. Pues si quiere tener la libertad de maltratar y matar animales como espectáculo… que lo haga en su país. Señor de la capea, que no vaya a ser que, por andar capeando, a usted lo capen.

De cierre: la señora del Palacio Liévano está cada día más desorganizada. No sabe a qué más ponerle pico y placa; no sabe cómo más torturar a los propietarios de carros particulares. Pareciera que se sueña con multar a los ciudadanos por el simple hecho de poseer un vehículo. La cochefobia parece haber llegado para quedarse en la alcaldía. Este fenómeno, según los entendidos, podría deberse –entre otras cosas– a la imposibilidad física y/o mental de maniobrar un automotor. Hay quienes dicen que de esa fobia sufren tanto la actual alcaldesa como su antecesor y mentor, Kike Peñalosa. Creemos que ambos deberían poner a buen oficio su sociedad Kike & Claudy por medio de la apertura de una escuela de conducción, en la que inscribirse como sus primeros alumnos. Si están interesados en aprender por su cuenta, podemos ponerlos en contacto con un amigo, el periodista José Clopatofsky, quien seguro podrá asistirles en el proceso de superar su ‘carrofobia’.

Adenda: Algo pasa en la mente de nuestros coterráneos y quedamos súpitos cuando vimos que en la prueba de conocimientos PISA los colombianos evaluados son los penúltimos. Estas mediciones deberían ser más divulgadas para que algunos connacionales dejen de jactarse de lo que no somos y empiecen a trabajar para ver si algún día podemos preciarnos de una mejor situación. Mientras no cambiemos, nuestros conocimientos seguirán siendo subterráneos y estaremos a la saga del mundo culturalmente avanzado.

Adenda II: Entre familiares, amigos y conocidos –que nos son pocos–, hicimos una encuesta sobre su situación pensional. Tan solo el 10% de aquellos encuestados afirmaron querer trasladarse a Colpensiones. El porcentaje resultó tan bajo porque el 90% ya se encuentra allí y, según nos dijeron, se sienten seguros y satisfechos de no estar engordando a ninguno de esos odiosos fondos privados. ¡Éxitos para Colpensiones!

Coletilla a cargo del ex-magistrado de la Corte Constitucional, José Gregorio Hernández: “La oposición prevista en la Constitución se relaciona con ideas, programas, proyectos, tesis, actividades de un gobierno. No con el color de piel, la raza, la belleza o fealdad, la delgadez o gordura de los gobernantes. Si a eso se reduce, –fuera de quedar en ridículo– reconoce su propia impotencia y debilidad ideológica.”

Hasta la próxima semana, apreciados lectores.

 

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