Ella establece que los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla, contrario a lo que hace Maduro, que amenazó con guerra civil, si perdía las elecciones, como las perdió.
En consecuencia, la Carta Democrática ha sido desconocida en Venezuela. Sin embargo, no parece haber unos mecanismos distintos al paro y la presión popular, básicamente en el país del tirano, pero también en todas partes del mundo, así como el asedio y el aislamiento internacional, o el uso de la fuerza. Como lo advertí en otra columna, el derecho internacional no tiene un mecanismo efectivo para poner fin a la tiranía.
Al contrario, existe el principio de no intervención en los asuntos internos de los Estados, principio que no puede ser absoluto, en razón a que los derechos humanos son patrimonio de la humanidad y, en consecuencia, este hecho prima sobre la no intervención, que debe permitir poner término al quebrantamiento de los derechos humanos.
Todo esto está ratificado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, cuando afirma que “En el sistema interamericano la relación entre derechos humanos, democracia representativa y los derechos políticos en particular quedó plasmada en la Carta Democrática Interamericana (…).
La institucionalidad democrática tiene entonces una razón de ser fundamental: hacer efectivos los derechos que el régimen dictatorial de Venezuela desconoce y pisotea.
Dice también la Corte Interamericana que no se puede hablar de democracia sin el reconocimiento de los partidos políticos y el dictador Maduro los desconoce y persigue.
“La Carta Democrática Interamericana hace entonces referencia al derecho de los pueblos a la democracia, al igual que destaca la importancia en una democracia representativa de la participación permanente de la ciudadanía en el marco del orden legal y constitucional vigente y señala como uno de los elementos constitutivos de la democracia representativa el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al Estado de Derecho”.
La Carta Democrática constituye también un compromiso colectivo de mantener y fortalecer la democracia en América. Justamente, por ello, el régimen venezolano se separó de ella, pero no por esto deja de ser responsable por su desconocimiento y violación, pues como este instrumento establece, democracia no sólo significa ser elegido democráticamente, sino también gobernar democráticamente, pues, además, en Venezuela no hubo elecciones competitivas, libres y transparentes, como también lo manda este instrumento y, donde luego de todo esto y de mucho más, el régimen pretende birlarse las elecciones, frente a las pruebas contundentes de la oposición, en el sentido de que de manera clara y evidente, ella ganó las elecciones, que menos mal el pueblo venezolano y muchos ciudadanos del mundo no están dispuestos a dejarse arrebatar.
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