Más allá del cambio en la concepción social del Estado, que es evidente, aunque los logros no sean muchos, lo que más se nota, en mi opinión, es el surgimiento de una opinión pública popular subestimada política, económica, social y ambientalmente...
Es la puesta en escena de la Colombia profunda, un término que traza línea y da tratamiento preferencial a los citadinos del top de las capitales que ponen Presidente, y por ende, tratamiento de tercera a la población urbana-rural y de centros poblados con poco peso electoral.
Es la puesta en escena del poder constituyente, que va más allá de las élites dominantes que han confeccionado un Estado a su imagen y semejanza… Y ese es quid de la lucha, y alrededor de estos intereses se hacen los balances, “según el color del cristal con que se mire”, dice la Ley de Campoamor.
Obvio: los progresistas verán un gobierno bueno o regular, pero nunca malo; los del estatus quo, lo verán pésimo o malo, pero nunca bueno. Los del “centro” verán pocas cosas buenas y muchas regulares o malas, porque ese “centro”, en Colombia, es una derecha vergonzante, que cuando tiene la oportunidad, ataca con todo.
Mi balance: así que haga su propio balance de acuerdo con su visión, y reciba con beneficio de inventario lo que digan los medios a través de encuestas contratadas por la misma prensa, porque al ser sesgadas, están mintiendo a lado y lado: a unos, diciendo verdades a medias; a otros, mentiras redondas, que son la misma cosa.