Mapa del mundo que muestra la tasa de homicidios dolosos por cada 100 000 habitantes durante el año más reciente.
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Se acaba de divulgar el informe presentado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito que se refiere a Colombia en esta materia. De un parte se debe resaltar que según el Informe en los últimos diez años ha descendido el número de muertes violentas, 13.000 homicidios menos que en la década inmediatamente anterior –de 1994 a 2004-. No obstante, el mismo Informe señala que 1 de cada 30 homicidios cometidos en el mundo se comete en Colombia. Bogotá, capital de la República está ubicada, según Naciones Unidas, en el puesto 15 entre las capitales con tasas más altas de homicidios en toda América. Pero Colombia pasó de ocupar el primer lugar al quinto en homicidios en la última década después de Honduras, Belice, El Salvador y Venezuela. A propósito, en esta materia, la situación de nuestro país vecino, Venezuela, se ha agravado considerablemente en los últimos años y en este año en particular a causa de una inseguridad incrementada por la crisis política y allí sí que se están cometiendo homicidios permanentemente. Pero volviendo a Colombia, la Policía Nacional manifiesta que si bien ha bajado, en efecto, el número de homicidios, el año pasado hubo casi 15.000 y esa cifra es sencillamente escalofriante.
El documento de Naciones Unidas insiste también en la creciente impunidad, no sólo en Colombia sino en los países americanos, dice que mientras en Asia y Europa el 85% de los homicidios se esclarece en un tiempo realmente corto, en nuestro medio sólo se logra definir menos del 50% de los casos y son muy demorados los procesos. En ese último aspecto vale la pena agregar que en el caso de Colombia, la impunidad ha aumentado considerablemente como consecuencia del sistema penal acusatorio, o de su mal manejo por fiscales y jueces, del principio de oportunidad y de los beneficios de todo tipo que se conceden a los delincuentes apuntando también que los procesos penales son interminables hasta el punto en que los homicidios pasan a la historia con ostensible impunidad sin saberse nada sobre los autores intelectuales y que ante la presión ciudadana la Fiscalía termina calificándolos como crímenes de lesa humanidad sin que lo sean verdaderamente pero igualmente sin que esa calificación de crímenes de lesa humanidad, totalmente impropia, frente al Tratado de Roma y a los tratados internacionales sirva para mayor cosa, tanto es así que todos aquellos que han declarado como crímenes de lesa humanidad, todavía no se ha resuelto nada acerca de los autores intelectuales y muchas veces tampoco se conoce lo que corresponde a los autores materiales, se han producido confusiones vergonzosas que han llevado a la cárcel a personas inocentes, en fin, hay situaciones que tenemos que mirar con mucha calma a este respecto. Cifras y datos que deberían preocupar al Estado para plasmar una verdadera política criminal.