El fusilamiento es una de las formas de aplicar la pena capital en la que el reo muere después de recibir una descarga de disparos, por parte de un grupo de fusileros. En el estado de Utah, la ejecución tiene lugar en una cámara instalada dentro de la prisión, habilitada con una silla en la que se inmoviliza al reo. El espacio está adecuado con unas bolsas especialmente diseñadas para impedir el rebote de las balas y recoger la sangre y los fluidos corporales del condenado. Los fusileros o miembros del pelotón –escogidos entre voluntarios, preferiblemente del estado en el que se cometió el crimen- se ubican a seis metros del condenado, detrás de una barra que delimita la distancia y apuntan a un triángulo fosforescente, ubicado en el pecho del reo.
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El fusilamiento ha sido retomado como sistema de ejecución de la pena de muerte, porque los fabricantes europeos, de los fármacos –materia prima de la inyección letal- se rehúsan a vender los componentes para ser usados en prisiones norteamericanas. Para el representante republicano, Paul Ray, patrocinador de la polémica ley “un equipo entrenado de tiradores, es más rápido y decente que el largo proceso involucrado en las inyecciones mal realizadas”.
La aprobada ley, también tiene sus contradictores: La Unión Americana de Libertades Civiles de Utah, ha dicho que revivir el fusilamiento como método para aplicar la pena de muerte hace ver al Estado como “retrogrado y perdido”.
