En una sociedad pluralista, como se supone que es la colombiana al tenor de la Constitución, se puede pensar y opinar distinto impunemente. El delito de opinión está excluido. El Estado debe garantizar que, en cuanto se expresen de manera pacífica y respetuosa, tengan libre y abierta circulación los conceptos discrepantes y las ideas divergentes.
El unanimismo alrededor del Gobierno, a quien nadie osa controvertir -conducta hoy tan de moda entre nosotros- tiene muchos peligros, algunos de los cuales me permito enunciar:
- La sociedad pierde, como tal, por cuanto se masifica, se diluye, se anquilosa, se engaña; cobija los errores, los acoge o no los ve;
- La libertad individual va desapareciendo; la racionalidad se arrincona, se acobarda; la timidez del pensamiento se apodera de los miembros de la comunidad;
- El Gobierno cae progresivamente en la mediocridad; el gobernante es rodeado por sus áulicos, que lo enceguecen con el incienso y lo ensordecen con los aplausos;
- Los organismos de control se debilitan; disminuyen su actividad; se atemorizan, consienten, permiten, perdonan, aparentan controlar pero no lo hacen; se deben a los medios de comunicación, en cuanto buscan el halago;
- El control político no se ejerce; el Congreso pasa a ser apéndice del Ejecutivo; todos los debates que se intenten son formales, e invariablemente los congresistas se declaran satisfechos con las explicaciones oficiales;
- Los partidos tienden a agruparse alrededor del Gobierno; los políticos, aterrados ante la posibilidad de ser excluidos, venden sus conciencias y sus banderas sin dificultad;
- ¿Oposición? Ni pensarlo;
- Los jueces y magistrados principian a buscar pretextos, excusas y teorías ingeniosas para no ir contra la corriente; se esfuma su autonomía; el Derecho se sacrifica ante la conveniencia; el ciudadano no accede a la justicia material.
- Cualquier cosa puede proponerse desde el Gobierno, aun las que en el pasado parecieron indebidas, y es aceptada sin discusión; la capacidad de crítica de la sociedad se va reduciendo día por día;
- Ganan los violentos, pues dicen que su lucha se justifica, aunque no sea cierto, al ser excluida la discusión pacífica de los problemas.
No afirmo que todo lo dicho esté pasando, pero puede pasar.