POR JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO
Imágen tomada de: es.electionsmeter.com
El nuevo triunfo del Presidente Hugo Chávez Frías en Venezuela, reelegido para otros seis años de mandato con algo más de diez votos porcentuales de diferencia con Henrique Capriles, tiene una gran importancia no solamente para ese país sino para toda América Latina.
En efecto, si imaginamos la profundidad del cambio que se habría producido en el evento de haber ganado Capriles (que concentraba todas las fuerzas de oposición) podemos ver que ese gran movimiento de varios países (Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Argentina) hacia la consolidación de estructuras gubernamentales de izquierda democrática habría comenzado a descomponerse y a resquebrajarse a partir de su propia base, en cuanto indudablemente Venezuela (con Chávez a la cabeza) ha ejercido el liderazgo al respecto. Capriles no habría continuado, y por el contrario, habría desbaratado con su ideología de derecha, los fundamentos del Socialismo del Siglo XXI que Chávez ha venido construyendo en estos últimos catorce años.
El golpe más fuerte lo habría sufrido Cuba, que habría perdido por completo el apoyo político y económico que hoy le brinda generosamente Venezuela.
Igualmente, muchas de las conquistas del pueblo venezolano, en especial de la población más pobre, se habrían venido al suelo, ya que Capriles habría instaurado un sistema netamente capitalista y neo-liberal.
Contra muchos pronósticos y también contra las encuestas que hablaban de "empate técnico", Chávez ganó las elecciones y no por poco, sino por un amplio margen.
Hay que destacar la transparencia del proceso electoral -reconocida inclusive por la oposición venezolana- y desde luego el altísimo índice de participación. La abstención quedó reducida a menos del 20%, y vimos el entusiasmo de los votantes que se quisieron expresar en las urnas y permanecieron los últimos hasta avanzadas horas del día esperando ejercer su derecho. Y lo pudieron ejercer.
Otro elemento que quisiera destacar: es muy difícil ganarle las elecciones a un Presidente que es simultáneamente candidato. Las reelecciones triunfan prácticamente siempre porque se rompe de entrada la igualdad entre los aspirantes. Así pasa en Venezuela; así pasó en Colombia; así pasó en Argentina; en Ecuador; en Brasil, y seguramente -salvo que en los próximos debates le vaya tan mal a Obama como en el primero- así pasará en Estados Unidos.