EL "VOLTEAREPISMO"

15 Sep 2009
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A las doce de la noche de este lunes venció el término previsto en la última reforma política (Acto Legislativo 1 de 2009) para hacer uso del llamado "voltearepismo" o ?transfuguismo?, es decir, para el paso de congresistas, diputados y concejales de unos partidos a otros.


La autorización transitoria, una excepción a la regla general que proscribe y sanciona esa práctica, fue plasmada en el Parágrafo transitorio 1 del artículo 1° de la reforma constitucional, que a su vez modificó el artículo 107 de la Carta Política:


"Parágrafo transitorio 1°. Sin perjuicio de lo dispuesto por el artículo 134, dentro de los dos (2) meses siguientes a la entrada en vigencia del presente acto legislativo, autorízase, por una sola vez, a los miembros de los Cuerpos Colegiados de elección popular, o a quienes hubieren renunciado a su curul con anterioridad a la vigencia del presente acto legislativo, para inscribirse en un partido distinto al que los avaló, sin renunciar a la curul o incurrir en doble militancia".


El Acto Legislativo fue publicado en el Diario Oficial 47.410 del 14 de julio, luego el 14 de septiembre vencía el plazo establecido por la norma constitucional.


Esta disposición, que resulta exótica en cualquier sistema democrático, es aquí muy propia de "lo que da la tierra", y si la analizamos en cuanto a sus orígenes y razones, no es -en nuestro sentir- nada diferente de un reflejo o consecuencia de la desvirtuación que han sufrido entre nosotros la política y el concepto de partidos políticos.


En todo el mundo los partidos políticos son organizaciones que se constituyen alrededor de unas ideas, de unas convicciones que son comunes a sus integrantes; de unos ideales que los miembros quieren realizar y para ello buscan el poder.


Se tienen unos criterios acerca del Estado; de la sociedad; de las prioridades; de las soluciones que requiere la colectividad, y aspiran a gobernar para instaurar sus tesis y criterios.


Por supuesto, pueden hacerse y se hacen coaliciones; uniones transitorias entre partidos para alcanzar el poder, especialmente en los sistemas parlamentarios, aunque también son posibles en los presidenciales.


La coalición une a los partidos o a algunos sectores o fracciones de ellos pero sin que los coaligados pierdan su identidad política.


En Colombia se vio, durante el Frente Nacional, la unión entre los partidos liberal y conservador para gobernar, y lo hicieron actuando asociados durante 16 años, y compartieron el poder, con base en la normatividad consagrada por el Plebiscito de 1957. Allí, a pesar de que fueron cercenadas otras alternativas políticas y de que se ahogó a la oposición, debe reconocerse que cuando menos por algún tiempo se preservaron ciertas diferencias ideológicas entre los partidos. Lo cual no impidió el preceso de deterioro ideológico y político que ha hecho crisis en estos primeros años del Siglo XXI.

Ese proceso se precipitó con el acceso de Álvaro Uribe al poder. Y todavía más con la reelección, llegando la degradación política a su más bjo nivel con la propuesta y el trámite del referendo reeleccionista.


En la Colombia de hoy los partidos tradicionales han perdido la fuerza cohesionante que siempre los caracterizó. Y los nuevos partidos han nacido ideológicamente estériles. Son partidos huérfanos de toda filosofía.


Y, en general, los partidos se han convertido en formaciones puramente electoreras, carentes de ideología, que sirven de amparo o "escampadero" -no exento de goteras- a los candidatos presidenciales y a los aspirantes al Congreso, a las asambleas, a los concejos, a las gobernaciones o a las alcaldías, para que puedan participar en las eleccones, con el apoyo de una personería jurídica vigente.


O se constituyen alrededor de una persona a la cual es conveniente unirse en determinada coyuntura, aunque después se abandone en otra.


Hoy, primero se crea el partido con el objetivo corto de una elección y después se le busca ideología, o la ideología no importa.


Por eso en las últimas hora del 14 de septiembre, entre incrédulos y confusos,vimos con qué tranquilidad varios integrantes del uribismo más radical pasaron a la izquierda; o antiguos izquierdistas se trastearon al uribismo; o integrantes de partidos de la actual coalición de Gobierno, que respaldan al Presidente Uribe, se trasladaron a partidos de la oposición, y así sucesivamente.


Fue un proceso en el que no importó una mínima coherencia ideológica ni política. Ni interesó a los transfuguistas por cuál partido habían sido elegidos. O por cuál partido votaron los electores. Importó y se sobrepuso ante cualquier escrúpulo por las convicciones la necesidad coyuntural de acomodarse. Y eso es todo.

Modificado por última vez en Sábado, 28 Junio 2014 20:16
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