Durante el acto por el cual inició su nuevo mandato, reiteraba este lunes el Presidente Hugo Chávez de Venezuela que no prorrogará la licencia otorgada mediante concesión a particulares respecto al uso de la frecuencia que explota Radio Caracas Televisión.

Es necesario distinguir entre las facultades que tiene un Gobierno, relativas a la gestión del espectro electromagnético, ya que las frecuencias son públicas y las concesiones temporales  -lo cual nadie discute-,  y la utilización de los poderes respectivos con fines exclusivamente políticos que, de paso, pueden afectar el ejercicio de las libertades de expresión e información.

Sin entrar en los pormenores del caso venezolano, que debe resolverse según el orden jurídico allí vigente, parece importante subrayar la importancia que tiene en una democracia el ejercicio libre de los derechos inherentes a esa formidable conquista de la humanidad que es la libertad de prensa, no tanto como una forma de libertad empresarial como en su profundo contenido de canal idóneo para garantizar a los gobernados la plenitud de las libertades públicas.

En un sistema democrático, quienes ejercen el poder -que lo tienen a título precario- están obligados a garantizar que todos los asociados, con independencia de su orientación política y de si son o no afectos al gobierno, puedan expresar libremente, sin cortapisas ni censuras, sus propias opiniones y criterios, exentos del temor de ver cerradas sus páginas o clausuradas sus emisiones de televisión o radio. Y en cuanto al derecho de información, que como ha dicho nuestra Corte Constitucional es un derecho de doble vía, las autoridades públicas han de velar porque se ejerza a plenitud, de modo que tanto derecho tienen los medios a transmitir información, como el público a recibirla.

Desde luego, esa información que se difunda a través de escritos o merced a la utilización de las frecuencias radioeléctricas implica, para los emisores, una responsabilidad social, toda vez que debe ser veraz, imparcial, completa y oportuna; no manipulada, ni puesta al servicio de intereses mezquinos.

Pero debe fluir espontáneamente, como también las opiniones, lo que representa la certidumbre de que en el seno de la sociedad se respira un ambiente de libertad que contrarresta excesos de poder, controla a los titulares del mismo, asegura el ejercicio de los demás derechos, propicia la libertad política, permite la oposición, muestra las alternativas y facilita el uso de los mecanismos democráticos para la elección de los sucesivos gobiernos.

De ahí que establecer hasta dónde se respeta en un país la libertad de prensa, en su concepción más amplia, constituya un índice altamente demostrativo de la mayor o menor atmósfera de libertad y democracia allí existente.