VENEZUELA, OTRA VEZ

29 Jul 2009
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De nuevo se complican las relaciones entre Colombia y Venezuela. Al Presidente Chávez le ha molestado que el Gobierno colombiano haya denunciado la aparición, en manos de las FARC, de lanzacohetes de fabricación sueca que en los años ochenta habían sido vendidos al país hermano.

 

En consecuencia, con mucho de arbitrariedad, el Jefe de Estado venezolano ha ordenado el retiro de su Embajador en Bogotá; la reducción al mínimo de la representación diplomática y la afectación de las relaciones económicas y comerciales, amenazando inclusive a las empresas colombianas establecidas en Venezuela con expropiarlas.

 

La situación, que causará perjuicios muy grandes a los pueblos más que a los gobiernos, tiene que ser manejada con prudencia. Colombia debe actuar usando los mecanismos diplomáticos, no los discursos encendidos ante los medios de comunicación, pues entonces irán y vendrán las respuestas, los ataques y las diatribas, como ya ocurrió en marzo del año pasado y como viene aconteciendo con Ecuador.

 

La Constituciónseñala un primer elemento orientado a que internamente se examinen y evalúen las posibles soluciones y las siguientes actuaciones en nuestro Gobierno: la convocación de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores.

 

El Ejecutivo no ha hecho uso frecuente de la asesoría que le pueden ofrecer los expresidentes, y ante circunstancias como las actuales, su aporte podría ser de extraordinaria importancia.

 

Lo otro es manifestar, con la debida claridad y por vía diplomática, que Colombia, hasta la fecha, no ha hecho sindicación al Presidente Chávez ni al Gobierno venezolano en el sentido de que hayan sido ellos quienes suministraron las armas a las FARC.

 

Todo se ha deducido, sin mayor rigor, tanto por los medios como por el mismo Gobierno venezolano.

 

Ahora bien, en Colombia no hemos sabido realmente cuántas son las armas de las que se habla. Si son dos o tres de ellas, uno no puede deducir que se hayan suministrado por el Gobierno de Venezuela a la guerrilla. No tendríamos prueba y uno no puede hablar sin pruebas. Para sindicar a Venezuela se necesita un vínculo claro e innegable que comprometa su responsabilidad.

 

A veces nos precipitamos en las conclusiones, y en el campo diplomático todo se tiene que manejar con cuidado extremo.

 

A su vez, Venezuela también actúa de un modo primario, y de hecho, sin consultas, sin cotejos, sin agotar mecanismos de diálogo directo.

 

El Derecho Internacional tiene caminos y procedimientos que deberían aplicarse en estos casos, sin necesidad de las tensiones que ahora se han generado; los perjuicios que ocasionan estas rupturas son muchos y de gran magnitud.

 

Por tanto, la improvisación en el manejo de las relaciones bilaterales no es la vía. Por el contrario, pronunciadas las palabras; fijadas las posiciones en forma acalorada, viene después la soberbia disfrazada de dignidad; surgen los inamovibles; y lo que comienza como un mal entendido susceptible de aclarar pasa a transformarse en un conflicto de imprevisibles consecuencias.

 

El consejo, entonces, para nuestro Gobierno: firmeza y claridad, pero cabeza fría. Y no siga improvisando.

Modificado por última vez en Sábado, 28 Junio 2014 20:16
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