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De acuerdo con el informe presentado por el Observatorio del Delito, de la Policía Nacional, va disminuyendo en el país el número de muertes violentas. Para 2012, expone que, al corte del 2 de diciembre, se contabilizaban 921 muertes violentas menos que las ocurridas en el mismo lapso en 2011. Y las proyecciones de la misma Policía son optimistas en lo que se refiere al mes de Diciembre, aunque tradicionalmente la cifra de homicidios suele incrementarse en esta época los factores estimulantes de la violencia, como el licor, las riñas o las actividades de los asaltantes y atracadores.

 

Desde luego, las mencionadas estadísticas son interesantes, en especial desde el punto de vista de la actividad desplegada por la Policía, pero distan mucho de ser ideales, porque la cantidad de personas muertas por causa de la violencia sigue siendo demasiado alta: 13.209 asesinatos en el país, en el curso de once meses. Menos que en años anteriores, pero de todas maneras, si meditamos en ese número, más de mil muertos por mes, la conclusión a la que llegamos es preocupante: Colombia sigue siendo un país en que la violencia prevalece, y en el cual se ha perdido el respeto por la vida de las personas.

 

En la medida en que no se respeta el derecho a la vida, menos aún se respetan los demás derechos. Por ejemplo, en el mismo lapso 8.902 personas reportaron haber sido víctimas de violencia sexual. Las que denunciaron, que no son todas porque muchos de estos actos, en especial los que se cometen contra los niños, no son denunciados. Y las estadísticas policiales no presentan el número de denuncias por violencia intrafamiliar, pero sabemos que los casos también se cuentan por miles.

 

No queremos mostrarnos pesimistas, pero sí pensamos que la realidad colombiana en lo que se relaciona con el delito, y en especial con la violencia de todos los tipos, deja mucho que desear; y que no debemos consolarnos por la disminución de un año a otro en el número de homicidios.

 

Hay necesidad de examinar con cuidado la situación en períodos más amplios, cotejar la realidad, recordar que una sola vida es de suyo valiosa, y en todo caso no bajar la guardia.